lunes, 7 de noviembre de 2016

PILOTO 20




     Estaba terminando de comer la pechuga de pollo a la plancha que Rosa le había preparado. El menú los días de partido siempre era el mismo: pasta cocida (preferiblemente spaghetti) con salsa boloñesa aparte y pechuga de pollo a la plancha con puré de patatas, una pequeña ensalada para ir picando y un par de piezas de fruta de postre. Seguía dándole vueltas a cómo afrontar su conversación con Ana para no quedar como un cabrón cuando escuchó a Mario entrar en el comedor. Llevaba la mochila a la espalda, y por la cara de cansado que traía, el partido había sido bastante duro.

     -¿Cómo ha ido?

     -Igualado, pero no hemos podido con ellos-dejó la mochila en el suelo y se sentó en la mesa con él- Tenían un año más que nosotros, nos han ganado por fuerza.

     -¿Sólo por fuerza? ¿Cómo habéis quedado?

     -Tres a uno. Van los primeros, ahora nos sacan cuatro puntos, pero seguro que ganan la liga.

     -Solamente con fuerza no se hace un campeón –David había comenzado a pelar un plátano- Si tienes fuerza, pero no tienes la pelota, difícilmente ganarás un título. Puedes ganar muchos partidos, pero para quedar primero tienes que tener más cosas. Aunque la fuerza es importante.

     -Hoy vas convocado, ¿jugarás?

     -No creo, no tengo ritmo. La verdad es que no se por qué quiere que me vista.

     -Porque te necesitamos, está claro.

     La respuesta fue tan breve y contundente que dejó a David sin palabras. La verdad es que no había pensado demasiado ni en el partido ni en el equipo, pero la sinceridad del niño le había descolocado. Recordó la pretemporada y la pasión con que el público se había volcado con el equipo, pero después de su lesión, se dedicó a verlo todo desde fuera, sin involucrarse ni sentirse parte de lo que sucedía. Recordó la sonrisa de Mario al dedicarle el gol y la comparó con la cara de abatimiento que ahora apagaba su rostro.

     -Necesitamos alguien que sostenga el equipo desde el centro, y tú eres el único capaz de hacerlo.

     -Mario, ¿alguna vez has pensado en ser entrenador? –se lo dejó caer entre risas, divertido por la claridad con la que el pequeño parecía ver las cosas.

     -Tal vez. Después de defender la roja, jugaré mi último año en el Mogón. Luego es posible que me saque el carné de entrenador.

     El comentario provocó tal carcajada a David, que casi se atraganta con el último bocado de plátano.

     -¿De qué te ríes?-la cara de Mario le hizo ver que el pequeño hablaba completamente en serio.

     -¿Hacemos un trato? Si sigues bien con tus estudios y después de los dieciséis años me demuestras que tienes buen nivel con el balón, yo mismo me encargaré de conseguirte una prueba con el fútbol base de algún equipo profesional.

     -¿De verdad?

     -Casi nunca doy mi palabra, pero siempre que puedo cumplo con mis tratos, ¿o acaso no te dediqué el gol?





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