No eran más de las diez de la mañana cuando ya se estaba secando
tras la ducha. La carrera matutina le había venido muy bien y le había ayudado
a decidirse sobre algo que hacía tiempo le rondaba por la cabeza. Hablaría con
el presidente para intentar que le consiguiera un trabajo de media jornada. Si
lo lograba, se plantearía buscarse alguna casita de alquiler, ya que en todo el
pueblo no había ni un solo bloque de pisos. La verdad es que en el hostal lo
trataban a cuerpo de rey, pero prefería tener su espacio y no depender de
horarios de comida. Además, lo de compartir el baño nunca le había llegado a
convencer. La carrera le había abierto el apetito, y ahora se alegraba de
haberle dicho no a Toni. Cuando durante la celebración se pasó por el 32 y le
propuso timba de póker y excursión al águila Negra, se sintió tentado, pero se
lo estaba pasando bien con el resto del equipo, así que se tomó un par de
quintos más antes de pasear hasta casa. Pensó que habría sido un buen momento
para hablar con Ana, pero llevaba ese puntillo que le hacía dudar. Si se
encontraba con la morena posiblemente habría terminado entre sus brazos, así
que mejor volver a casa y dejar la conversación para otro día.
Bajó las escaleras dando pequeños saltitos y se sentó en el
comedor, en la mesa de siempre. Cogió el diario deportivo y fue directo a las
hojas de regional. El periódico se hacía eco de la primera victoria del Mogón
C.F., aunque la pequeña reseña no profundizaba demasiado en el partido. Estaba
deseando leer la crónica de Marta, pero normalmente no estaba disponible hasta
mediodía.
-¿Te has enterado de lo de
anoche?- le preguntó Rosa mientras le dejaba el desayuno sobre la mesa- Parece
que ayer la Guardia Civil hizo una redada en el bar ese de Villanueva, “El
águila negra”. Al parecer han detenido a un montón de gente.
Rosa seguí hablándole, pero él ya no la escuchaba. Su mente le
había llevado a los cálidos brazos de Jelena y
lo cerca que él había estado de acudir a su cama la noche anterior. La
detención de la rubia era prácticamente segura, aunque tampoco la podrían
retener demasiado. No sabía si tenía los papeles en regla, o sea que posiblemente
la metieran en un avión de vuelta a su país. Respiró al darse cuenta de que se
había librado de una detención segura, pero no estaba seguro de que Toni
hubiera corrido la misma suerte que él.
-¡David!- la voz de Rosa le
sobresaltó- ¿Qué si te traigo el café ahora o me espero?
-Perdona Rosa- contesté
volviendo a la realidad- Sí, por favor. Me lo tomaré en cuanto termine.
Si habían detenido a Toni, seguramente le caería un buen puro.
La droga que solía llevar encima era suficiente para pedir una orden de
registro, y si la policía entraba en su casa, se podía dar por jodido… David
seguía teniendo pendiente una charla con Ana, y aunque sabía que hoy no iba a
ser un buen día para ella, tenía decidido no posponerlo. Iría al 32 a la hora
del café, así podría dejarle caer al presi lo de su búsqueda de trabajo y
pasarse por el bar cuando la clientela aflojaba y los padres de Ana se podían
encargar solos del negocio.
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