martes, 7 de mayo de 2019

El charco de Mari Ángeles




     Cuenta la leyenda, que durante la guerra con los franceses el cauce del río no era exactamente el mismo que conocemos en la actualidad. Todos los que hemos subido a refrescarnos en sus frías aguas durante los meses estivales sabemos que hay rincones maravillosos ocultos a la gente que no conoce la zona. Sin duda, uno de los parajes más bonitos es “el charco de Mari Ángeles”. Es un lugar de difícil acceso y una vez lo alcanzas, saltar desde más de tres metros es el camino más sencillo para llegar al agua. Una poza entre dos cascadas, rodeada de rocas, con altos árboles a ambos lados y águilas sobrevolando a gran altura hacen de él un lugar mágico. Aunque según contaba mi abuela, no siempre fue así… 






     Era una época de guerrillas y de invasores, de peleas constantes entre franceses y bandoleros y en esa zona de la sierra, un grupo dirigido por el Rubiales era el que oponía resistencia. El Rubiales había sido un campesino que a causa de sus enfrentamientos con la autoridad gala había tenido que esconderse en el monte con su esposa. Poco a poco, el grupo se fue ampliando y montaron su campamento justo encima de donde ahora se encuentra el charco, y al discurrir el río por otro cauce, la única forma de llegar era escalar la pared por la que cae el agua o intentar encontrar un camino secreto que recorría prácticamente toda la sierra de Cazorla.





     El caso es que durante una de sus escaramuzas con las tropas francesas, el grupo del Rubiales se vio sorprendido por una segunda patrulla que desequilibró claramente la trifulca hacía el lado napoleónico. Al ver que nada podían hacer, los bandoleros se retiraron al bosque y huyeron intentando despistar a sus perseguidores para llegar sanos y salvos a su escondite. El Rubiales cabalgó hasta donde su caballo pudo. Cuando la espesura le impidió continuar, emprendió una carrera a pie que le llevo a los pies del muro con una ligera ventaja. Ya había escalado tres cuartas partes de la pared cuando tres mosquetones sonaron a su espalda alcanzándole irremediablemente. Sus manos soltaron los asideros que sujetaban un cuerpo que, ya sin vida, se precipitó al vacío.





     Mari Ángeles, la mujer con la que el bandolero compartía su vida, corrió desde el campamento hacia el lugar en el que había escuchado las detonaciones y al ver a su amado sobre un charco de sangre en el fondo del pequeño precipicio, cayó de rodillas y rompió a llorar. Tal era su dolor, que la montaña se contagió y de la pared comenzaron a brotar chorros de agua cada vez más y más grandes, hasta el punto de arrastrar a los soldados que habían disparado al Rubiales y al cuerpo inerte del serreño ladera abajo.





     Al ver como el amor de su vida se alejaba, Mari Ángeles saltó desde la roca y nunca más se supo de ella. La montaña, a día de hoy, sigue llorando por los amantes.








     Mi abuelo me explicó otra versión: Mari Ángeles en realidad era la hija de un pastor que vivía en un cortijo cercano y a la que los jóvenes del pueblo espiaban mientras se bañaba desnuda en un río que nunca ha cambiado su curso.





     Tal vez sea más creíble, pero me quedo con el encanto de la historia de mi abuela…

6 comentarios:

  1. Las leyendas siempre son más bellas y apasionantes que la realidad, por eso solemos darles más crédito. De las dos versiones, yo también me quedo con la primera que, por cierto, está muy bien contada.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Para ser sincero, hay una tercera versión (que creo que es la real) pero que no me gustaba para adaptarla al relato...
      Gracias por la visita!!

      Eliminar
  2. Me han gustado esas dos versiones de los abuelos, me parece mucho más poética la de la abuela por supuesto y quizás más realista la del abuelo. En todo caso me ha gustado leerlo.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Conxita!! Sea la que sea la real, el sitio es digno de un bañito en Agosto.

      Petonets

      Eliminar
  3. Me ha gustado muchísimo esta leyenda y tu manera de narrarla.
    Besos, David.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias María Pilar! Es una zona preciosa que aunque no quieras termina inspirándote.
      Besos

      Eliminar