martes, 11 de febrero de 2020

Como hemos cambiado...




      Sonaba música clásica y todavía no tenía muy claro cómo había llegado a ese punto. Él, rockero empedernido desde que tenía uso de razón, que incluso coqueteo con la melena heavy durante su adolescencia, había aparcado su cerveza para abrir una botella de vino blanco y escuchar a Mozart en lugar de a Extremoduro. No es que hubiera dejado de gustarle el rock y la cerveza, simplemente habían empezado a gustarle otras cosas.



De pequeño tenía pavor a los animales y se comía las lentejas a regañadientes. Las lentejas. Algo a priori sin demasiada importancia, fue lo que le hizo darse cuenta de que las cosas cambian, a veces muy deprisa, y de que no siempre elegimos de forma correcta. Su madre le insistía una y otra vez en lo buenas que eran y que tenían mucho hierro. Para él eran una tortura, prefería las patatas fritas y la pasta, o al menos así fue hasta que marchó a trabajar fuera de su ciudad. Por alguna extraña razón, los viernes, cuando conducía de vuelta a casa, no podía dejar de pensar en las lentejas que su madre estaría preparando. Un buen plato de lentejas con chorizo, de ese que devoraría a sabiendas de que los ardores que le iba provocar serían un cruel castigo. No le importaba. El placer que le proporcionaba aquel plato compensaba con diferencia tener que pasar la tarde a golpe de sales de fruta.




Y ahí comenzó a darse cuenta de que tal vez la vida tenía más sorpresas escondidas. Abrió sus sentidos al mundo y escuchó, miró, tocó, olió y saboreó todo lo que tuvo a su alcance como si aquella fuera su última oportunidad de hacerlo. Entre desengaño y desengaño (porque no nos engañemos, no todo fue de su agrado) su abanico de experiencias se fue ampliando y aprendió a disfrutar haciendo cosas que nunca había llegado a imaginar. Una carrera por la playa al atardecer, tres días caminando por la montaña solo con su mochila, una copa de vino y un libro con el sonido de un río de fondo… La vida estaba llena de platos de lentejas y él había decidido indigestarse.




Notó su olor y sintió su cuerpo apretarse junto al suyo en el banco de madera que vivía pegado a la mesa del jardín. Ella había sido el mayor cambio en su vida y la causante, o mejor dicho, la causa, de que ahora se hallara en aquella situación. Allí, sentado con su copa de vino, sonriendo y escuchando una música que nunca habría escuchado años atrás, miraba como el hijo que nunca habría pensado tener jugaba con un perro que años atrás le habría dado pánico.


10 comentarios:

  1. En mi vida como en la de tanta gente imagino, nos decantamos por sabores más evidentes, por sabores en percepción más exquisitos, por platos que por sí solos alimentan nada más verlos.
    Y un día te sientas en una mesa de tres estrellas Michelin, y la vida en forma de Chef te pone un plato de lentejas, un plato en apariencia de lo más sencillo y normal. Te preparas tu cuchara y empiezas a comer, a la primera cucharada notas que es un plato especial, elaborado con mimo, con ingredientes de primera calidad. Pruebas una segunda cucharada, son realmente increíbles. Tercera cuchara a la boca y sientes que jamás has probado nada tan exquisito. Tres citas con ese sabor, tan sorprendentemente especial para decidir que es el mejor plato que has comido hasta ahora.
    David, al leer tu relato me han inspirado tus lentejas. Personalmente para mí especial relato, como dice el estribillo de aquella música de los noventa creo... “NO PARES, SIGUE SIGUE” con tus letras. Gracias.






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    1. Si te han inspirado mis lentejas, sí. Si es que hay platos que son adictivos!!

      Un abrazo

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  2. Si miramos atrás nos sorprende constatar cuántas cosas han cambiado en cuanto a gustos y a comportamientos. Desde luego hay que abrirse al mundo y a nuevas experiencias, pues si no lo hacemos no sabremos las cosas buenas que nos perdemos. Ahora bien, eso de porbarlo todo en esta vida, yo no sé..., je,je.
    Un abrazo.

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    1. Eso ya está en manos de cada uno!! Nos perdemos muchas cosas por no atrevernos o por prejuicios, pero cierto es que para todo hay un límite...
      Un abrazo

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  3. En eso consiste crecer y madurar, en ir apreciando cada vez más de las sorpresas que nos depara la vida.
    Me ha encantado tu relato. Mi mundo también está lleno de platos de lentejas que, poco a poco he ido sabiendo disfrutar.
    Un beso.

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    1. También nos topamos con platos insulsos de vez en cuando pero es que la vida no siempre es perfecta!!!

      Un beso

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  4. El tiempo nos cambia, aprendemos quizás a valorar como tu protagonista y metas que no nos fijábamos nos apetecen y las queremos. Como dice Rosa maduramos y aprendemos lo que real ente importa.
    Muy tierno relato.
    Besos

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    1. Gracias Conxita, un placer verte por aquí. Toca seguir cocinando!
      Petonets!

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  5. A través de la simplicidad surge la claridad...

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