Las luces de
la discoteca me resultan muy molestas, pero cuando veo que esos dos ojos azules
me miran, comprendo que el sacrificio merece la pena. Lleva un vestido de
tirantes, por encima de la rodilla que, sin llegar a ser ajustado, dibuja a la perfección
dos pechos firmes. El color blanco de su ropa y el rubio de su pelo hacen
resaltar todavía más una piel bronceada por el sol del Mediterráneo.
Se acerca y me
dice su nombre al oído, no sé si realmente es el suyo, pero tampoco me importa
demasiado. Noto su aroma a miel y canela y despierta esa bestia que hace tanto que
pensaba que tenía controlada en mi interior. Le digo un nombre cualquiera y me
sonríe mientras comienza a bailar haciendo que entre nuestros cuerpos no quede
espacio ni para el aire de un suspiro.
Los ritmos latinos convierten cualquier baile en una seducción en toda regla.
Noto una de sus piernas entre las mías y sus pechos clavándose en mi torso. Le
acaricio la espalda con una mano mientras la otra a duras penas aguanta por
encima de sus caderas. Sus labios rozan los míos antes de girarse y seguir
moviéndose pegada a mí con mis manos en su cintura y su cuello al alcance de mi
boca. Noto que algo empieza a crecer. Ya no hay vuelta atrás.
Me arrastra
de la mano al exterior de la discoteca. Hay luna llena. Sus labios buscan mi
boca y los evito hasta que decide que mi cuello también es buen lugar para hacerlos
aterrizar. La aprieto contra mí agarrándole el culo y se le escapa un gemido
antes de separar nuestros cuerpos. Avanzamos con prisa, buscando un lugar más
íntimo donde dar rienda suelta a nuestra lujuria.
Al llegar al
siguiente portal me doy cuenta de que no puedo aguantar más. Mi mano derecha
baja a su entrepierna mientras la coloco de cara contra la reja de la puerta.
Agarra los fríos barrotes y echa su cuerpo hacia atrás. Gime y arquea la
espalda. Mis labios acarician su cuello antes de morder y hacer que esos
preciosos ojos azules se abran por última vez….
Saboreo la
sangre que me da la vida.
Muy bueno.
ResponderEliminarNo sé porqué, pero intuí desde el primer párrafo la sed de sangre...
Muchas gracias, me alegro de que te haya gustado. Lo de la sed de sangre.... ¡a lo mejor tienes una parte oscura! ;)
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUyyyyy que malote el vampiro yo ya me imaginaba que lo que crecía no era su sed jajajaja me encantan las historias de vampiros; y esta mucho además. Gracias David.
ResponderEliminarLos instintos son poderosos y si además estamos bajo el influjo de la luna llena... Pobre chica, qué mal eligió al objeto de su seducción y qué poco podía imaginar ella que sería la última vez.
ResponderEliminarBuen relato, David, muy adecuado para las fechas en las que estamos.
¡Saludos!