miércoles, 13 de mayo de 2020

Mientras la música suene



Siempre le había relajado la música. Sus padres no se percataron pero su abuela sí. Ella fue la primera en descubrir cuál era la mejor manera de que aquel niño, pequeño y revoltoso a pesar de sus deficiencias, se mantuviera calmado. Fue curioso ver cómo, a pesar de que dicen que las música las amansa, fue precisamente música lo que empezó a brotar de forma descontrolada de la mente del que hasta ese momento era una fiera.
  

Su abuela fue la que le explicó como el abuelo José la había conquistado tocando el piano, le habló de los grandes músicos y escuchó sus obras con él. Le contó historias de rivalidades entre niños prodigio que a día de hoy no existían porque la música clásica, poquito a poquito, se estaba muriendo.



−Pero no morirá mientras haya alguien que haga girar un disco de Vivaldi o unas manos acaricien un teclado.


Porque ella era así, melómana empedernida. Amante de vinilos y de la que llamaba “verdadera música”. Él sabía que más de una vez, aquella anciana lloró a su lado al escuchar los acordes de Claro de Luna, pero nunca lo pudo constatar. Desde que tuvo uso de razón, sus cuatro sentidos se desarrollaron para compensar la oscuridad que cubrió sus ojos al nacer. Así, nunca vio llorar a su abuela, al igual que nunca pudo ver un piano, pero eso no impidió que las mismas manos que habían enjugado aquellas lágrimas sin verlas, acariciasen las teclas cuyo sonido también le hacía sonreír.



 Ella ya no sabía identificar la música, tan solo tenía claro que era un piano y que le gustaba como sonaba. Los acordes se enlazaban suaves, delicados, acompasados a pesar de los cambios de tono, a pesar de cambiar el ritmo y la intensidad constantemente. Le relajaba. El chico que estaba sentado en la banqueta le gustaba, le resultaba familiar, aunque no sabía por qué. Pensó que sería bonito que le invitara a salir justo antes de que una sonrisa infantil se adueñara de su rostro y su mirada se perdiese en el infinito…

5 comentarios:

  1. Simplemente, maravilloso... ¡me ha gustado! Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Qué maravilla, David. Realmente se queda una sin palabras porque todo lo que se puede decir, lo has dicho tú en el relato.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  3. RECIEN TE DESCUBRO ME HAS MARAVILLADO UN SALUDO DESDE LO LEJOS
    mIAMI

    ResponderEliminar
  4. Un relato precioso, David. Enhorabuena.

    ResponderEliminar