miércoles, 15 de julio de 2020

GRACIAS (4 AÑOS BAJO MI EMBARCADERO)




     Hoy he comenzado la mañana desayunando sobre “otro embarcadero”. Es un día especial para mí, entre otras cosas, porque mi niño cumple cuatro añitos. Nunca pensé que alargaría tanto mi aventura literaria pero, a medida que avanza, me doy cuenta de que acaba de empezar, de que eso que en un principio parecía un entretenimiento más, vino para quedarse y formar parte de mi vida.

 

No vino solo. “Bajo mi embarcadero” trajo con él muchas ilusiones y decepciones, sonrisas y lágrimas, pero sobre todo, os trajo a vosotros. Yo he sumado 190 entradas contando la de hoy. Vosotros más de 47000 visitas (para mí, una barbaridad) y más de 2200 comentarios que me siguen ilusionando como el primer día. Gracias a este rinconcito he tenido la suerte de conocer y trabajar con personas geniales, algunas de las cuales puedo considerar amig@s. Así que lo único que puedo hacer es estaros agradecido.

 

Sé que últimamente tengo mi rincón un poco dejado (que no olvidado) y posiblemente siga así hasta septiembre. Habrá alguna publicación, no os vais a librar tan fácilmente, pero necesito recargar pilas y priorizar mi tiempo, que a partir de cierta edad se pasa sin que nos demos cuenta.

 

Puedo ponerme muy ñoño, así que me voy a despedir de momento, prometiendo volver con cambios y fuerzas renovadas, pero no quiero hacerlo sin volver a daros las gracias y recordaros que cuando necesitéis desconectar, siempre seréis bienvenidos “Bajo mi embarcadero”.



lunes, 6 de julio de 2020

Amor a primera vista


     Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que me fijé en ella. Por aquel entonces yo era poco más que un niño y lo que más me llamó la atención fue que contagiaba felicidad a los que estaban a su alrededor. Creo que fue en aquel preciso instante, una calurosa mañana de Julio, cuando decidí que aquel verano no pasaría sin que mis labios la rozasen…

 

 

     Y así fue.

 

 

     A nuestro primer encuentro furtivo le siguieron un segundo y un tercero. Todos diferentes, pero siempre logrando hacerme sentir bien. A medida que fui creciendo me resultó cada vez más difícil no pensar en el instante en que podría volver a disfrutar de su cuerpo, a veces tomándolo a poquitos, otras volcando en ella todas mis ansias. Siempre estaba ahí, siempre dispuesta; acompañándome en los buenos momentos y ayudándome, a su manera, cuando las cosas no me iban bien. Fundiéndose conmigo en los momentos oportunos e incluso haciéndome ver las cosas desde otro punto de vista.

 

 

 

     Con el paso de los años he aprendido a disfrutar con ella de otro modo. El ansia, la pasión de la juventud, ha dado paso a una serenidad calmada que no por eso impide que los momentos a su lado, aunque sean menos habituales, sean mejores. Porque con el paso del tiempo, intentamos alargar los minutos en vez de devorarlos y siempre es un placer alargar el tiempo con mi rubia. Porque hay algunos instantes, con una cerveza entre las manos, que no querríamos que terminase jamás.