Hoy
he comenzado la mañana desayunando sobre “otro embarcadero”. Es un día especial
para mí, entre otras cosas, porque mi niño cumple cuatro añitos. Nunca pensé
que alargaría tanto mi aventura literaria pero, a medida que avanza, me doy
cuenta de que acaba de empezar, de que eso que en un principio parecía un
entretenimiento más, vino para quedarse y formar parte de mi vida.
No vino solo. “Bajo mi embarcadero” trajo con él muchas ilusiones y decepciones, sonrisas y lágrimas, pero sobre todo, os trajo a vosotros. Yo he sumado 190 entradas contando la de hoy. Vosotros más de 47000 visitas (para mí, una barbaridad) y más de 2200 comentarios que me siguen ilusionando como el primer día. Gracias a este rinconcito he tenido la suerte de conocer y trabajar con personas geniales, algunas de las cuales puedo considerar amig@s. Así que lo único que puedo hacer es estaros agradecido.
Sé que últimamente tengo mi rincón un poco dejado (que no olvidado) y posiblemente siga así hasta septiembre. Habrá alguna publicación, no os vais a librar tan fácilmente, pero necesito recargar pilas y priorizar mi tiempo, que a partir de cierta edad se pasa sin que nos demos cuenta.
Puedo ponerme muy ñoño, así que me voy a despedir de momento, prometiendo volver con cambios y fuerzas renovadas, pero no quiero hacerlo sin volver a daros las gracias y recordaros que cuando necesitéis desconectar, siempre seréis bienvenidos “Bajo mi embarcadero”.