Mucho
se ha hablado de la existencia de brujas, sobre todo en las zonas rurales. Si
esa zona la situamos en Galicia, las dudas se disipan: haberlas haylas y tienen
poderes especiales, a veces es bueno y otras veces no tanto.
La
madre de Eva dejó su aldea natal para cursar estudios en Santiago de
Compostela. Para una chica que siempre había vivido en el bosque, el cambio no
fue sencillo. Era una mujer tímida y desconfiada, pero el día que se cruzó con
Oscar su vida cambió. Tenía aspecto cansado y la mochila que llevaba a su
espalda lo identificaba como peregrino terminando su camino. Los dos supieron
que era el amor a primera vista, apasionado e intenso desde el primer momento.
No se enfrió ni cuando el tuvo que regresar a Barcelona. Apenas un mes después,
volvió a Santiago y juntos viajaron al interior para conocer a Anxela.
Anxela,
la abuela de Eva, era una mujer menuda que vestía de riguroso negro desde que
falleciera su Antonio años atrás. Para su hija era muy importante que conociera
a Oscar. Cuando al presentarlos ella le abrazó durante unos segundos, él se
sintió algo incómodo y que le soltara para decirle a su hija que era un buen
hombre, lo termino de descolocar. Pasaron el fin de semana paseando por el
bosque y hablando del lugar y sus leyendas. Así fue como Oscar se enteró de que
Anxela tenía la costumbre de abrazar a la gente llamada a ser importante en su
vida. Decía que cuando se trataba de una mala persona, un frío glaciar recorría
su cuerpo poniéndola sobre aviso. Nadie sabía si era cierto o no, pero rara vez
se equivocaba cuando tildaba a alguien de indeseable.
Cuando
Eva conoció al que ahora era su marido, su abuela ya rondaba los noventa años,
pero seguía viviendo sola en las montañas. La sonrisa con la que obsequió a
Fede después de abrazarle provocó los
aplausos de todos los presentes. Pasó la prueba con nota y habían sido muy
felices hasta ese día en el que su primer hijo había visto la luz. Por
desgracia, Anxela no conocería a su primer bisnieto ya que había fallecido seis meses
antes, durante uno de los inviernos más duros que se recordaban. Aunque los
últimos años apenas se habían visto, añoraba los momentos junto a ella. Se
acordaba perfectamente de sus advertencias “Rapaza, no te adentres en el
bosque” mientras ella corría cantando junto al río. Su recuerdo se hizo todavía
más presente cuando dejaron al bebé por primera vez en sus brazos y una enorme
sensación de frío recorrió todo su cuerpo…
Por lo visto hay "dones" que se heredan. Este en concreto me recuerda al del joven protagonista de "El médico", que con solo tocar a una persona, preveía si le rondaba la muerte. Yo preferiría no tener ese don ni que lo tuviera nadie de mi familia. Mejor vivir feliz en la ignorancia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me encantó el médico!!! Estoy de acuerdo contigo, ese don no lo quiero.
EliminarUn abrazo
Me pasa como a Josep: aunque literariamente hablando encuentro muy interesante y atractivo el don de saber acerca de las personas con solo abrazarlas, no me gustaría poseerlo. Creo que viviría con miedo siempre.
ResponderEliminarBuen relato, David. Confieso que cierto escalofrío me ha recorrido también cuando ese bebé ha sido abrazado...
¡Saludos!
Pués imaginate cómo se quedaría la pobre Eva.
EliminarUn abrazo.
Un relato que me ha gustado Hace poco que te leo
ResponderEliminarMe gusta tu intensidad de los momentos creados
Gracias "recomenzar". Pasa por aquí siempre que quieras.
EliminarUn saludo.
El final David,... el final es fantástico!
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EliminarGracias!!! La verdad es que el final fue la idea original, el relato creció entorno a él.
Un abrazo
Un relato que atrapa desde el inicio. No me gustaría tener ese "don".
ResponderEliminarSentí un escalofrío al final. Un abrazo literario
Coincidimos en lo del don.
EliminarUn abrazo Lola
Más que un don, una maldición. Qué malo ha de ser saber desde el minuto uno de vida de nuestro hijo que es una mala persona.
ResponderEliminarPor lo demás, muy buen relato, como nos tienes acostumbrado.
Un abrazo, David.
Gracias Bruno!! Supongo que sí, no es un buen comienzo.
EliminarUn abrazo.
Bueno no me esperaba ese final, pensaba que la abuela se había equivocado al juzgar al marido de Eva o algo así, pero que heredara su don para percatarse de que su hijo..., en fin escalofriante, David, muy bien llevado hasta el impactante final.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Gracias Ziortza!! Me alegro de que te haya guastado
EliminarUn abrazo
Genial, David. Un final muy inquietante.
ResponderEliminarGracias Marta!!
EliminarHola David, que escalofrío debe ser tener esa percepción, una historia que te lleva, no se si por caminos del bosque, pero atrapa hasta el final, dones que se heredan, uf mejor otro y con un bebé nada menos. Un abrazo compañero nos vemos en el tintero.
ResponderEliminarMuchas gracias!! Y tienes razón, puestos a elegir, mejor otro.
EliminarUn abrazo
El tema de los dones o poderes paranormales me atrae bastante, tanto como lo ha hecho tu relato. Muy bien narrado. Es un gustazo leerte. Y el final, impactante; creo que he sentido el mismo escalofrío que la madre del bebé. Mucha suerte en El Tintero!!! Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Pilar!!! Tal vez solo fue casualidad...
EliminarUn abrazo.
Yo no desearía tener ese don, pero haberlas haylas. Muy buena historia con el final que da escalofríos. ¡Suerte en el tintero! Un abrazo.
ResponderEliminarA mi tampoco me gustaría, pero hay cosas que no se eligen.
EliminarUn abrazo
Ya desde el principio el relato viene impregnado de ese aire de leyenda que no lo abandona hasta la última línea. Haberlo ambientado en la Galicia profunda, donde las leyendas de ese tipo todavía forman parte de la memoria de sus gentes, acrecienta el misterio. No sé si has escogido la ubicación por algún motivo personal o no, pero sin duda ha sido acertado. El final sobrecogedor, el mismo escalofrío que sintió la madre me ha recorrido al terminarlo. Te deseo mucha suerte en el Tintero, David.
ResponderEliminarHe estado poco en Galicia (el trozo del camino que lleva hasta Santiago) pero los bosque que rodean Samos tenían algo especial. Fue un gustazo cruzarlos.
EliminarUn abrazo
Una historia muy bien ambientada en ese paisaje de la Galicia rural donde las leyendas crecen como los hongos. El personaje de la abuela con poderes visionarios se corresponde con personas reales que habitaron esas tierras. En la Edad Media la quemarían por bruja, a las meigas, en cambio se las respeta y venera. La frase final supone un brillante remate que revaloriza el conjunto del relato.
ResponderEliminarSuerte en el concurso de El Tintero. Saludos cordiales, David.
Gracias Paco!! Sin duda es un lugar especial para este tipo de cosas.
EliminarUn abrazo
Hola David, un relato muy sugestivo, muy bien narrado. Una historia muy conmovedora. A veces creo que es mejor no tener esos dones..Mis felicitaciones y un abrazo.
ResponderEliminarYo tambien lo creo, pero hay cosas que no se pueden elegir.
EliminarUn abrazo.
¡Aay! La vida nunca es previsible: ¡tan bueno, Fede, tan confiada, Eva! ¿De dónde sale este niño de los malos presagios? Buen relato.
ResponderEliminarNunca se sabe!!! El destino tiene estas cosas.
EliminarGracias Beba.
Un abrazo.
A mí tampoco me gustaría tener ese "don".
ResponderEliminarEs un relato que atrapa y el final sorprende. Buen relato, aunque un tanto inquietante.
Un abrazo.
Si no fuera inquietante no tendría gracias ;)
EliminarGracias por pasarte Ana
Un abrazo
Un relato conmovedor.Por supuesto no me gustaría contar con esos dones.Pero se de gente que presagia lo que va a suceder...y estremece pensarlo.Muy buena suerte en el concurso! Abrazo
ResponderEliminarGracias Graciela!!!
EliminarFantástico relato, David, me ha gustado mucho como lo cuentas. Me siento muy bien cuando leo un texto en el cual la ficción va un poco más allá de lo verosímil, aunque de todas maneras, en tu historia, el abrazo que otorga el conocimiento no se trate de una cualidad tan extraña. Hay muchas personas que tienen cualidades perceptivas más desarrolladas que el común de la gente. Pero lo que más me ha gustado es el final, el impacto que logras con ese desenlace es magnífico.
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte en el concurso!!
Ariel
Gracias Ariel!!!
EliminarUn abrazo enorme
Gracias, David, por participar con este relato en EL TINTERO DE ORO. Un abrazo y suerte!!
ResponderEliminarUn placer!
EliminarMi madre era gallega y he pasado muchas temporadas en Galicia, además conozco bastante bien la zona rural. Yo tampoco creo en meigas, pero ya te digo que sí que las hay, hasta creo que conocí a más de una.
ResponderEliminarDicen que algunas características se heredan saltando una generación. Eso parece que le pasó a Eva, que heredó el don (¿el don o la madición?) de su abuela.
Genial texto, me ha hecho recordar mi niñez (mi abuela me abrazaba pero nunca dijo que tuviera poderes, aunque quién sabe, yo desde luego no los heredé).
Un abrazo y suerte en el Tintero.
Las abuelas tienen poderes seguro!!!
EliminarUn abrazo
Qué don tan original el de Anxela, aunque te confieso que no me gustaría comprobar lo que hubiera sentido si me hubiera abrazado.
ResponderEliminarBonita historia, David.
Un beso y suerte en el Tintero.
Si yo pudiera elegir un don, dudo que fuera ese
EliminarGracias Chelo.
Un abrazo
Hola David, qué casualidad, los dos hemos escrito un relato con la misma temática, aunque el tuyo con el plus de la verisimilitud de ciertos sectores de la Galicia profunda y rural cada vez más extinguida. Antes condenaban por brujas a estas meigas, conocedoras de hierbas con la intuición afinada.
ResponderEliminarSuerte en el Tintero David.
Seguro que murieron grandes mujeres en esas condenas.
EliminarGracias y un abrazo.
Buen relato, en especial ese final.
ResponderEliminarUn saludo, nos leemos!
Gracias Sergio!!
EliminarBuen relato.
ResponderEliminarSuerte en EL TINTERO.
Gracias :)
EliminarHay abrazos que mejor no darlos para no saber la temperatura del corazón que palpita dentro del cuerpo del abrazado.
ResponderEliminarBueno.
Un saludo y suerte.
Bonito comentario.
EliminarUn abrazo.
Estupendo el relato David, hay personas que tienen un sentido extra y según le pasa a tus protagonistas lo utiliza con cierta frecuencia, unos con la mirada y en tu caso con un abrazo. El final es terrorífico.
ResponderEliminarSuerte en el concurso El Tintero de O.
Un abrazo
Puri
Gracias Puri. Existen cosas difíciles de comprender, pero que existen.
EliminarUn abrazo
Que fantástico relato, todo normal, muy ameno ese encuentro con la abuela y lo que sigue hasta que nace un bebé y me encuentro con ese giro impredecible y escalofriante, la verdad me agarro por sorpresa. Genial y muy original, David. Me encanto. Suerte en el tintero!
ResponderEliminarAbrazo!
Qué buen final, David. Un don que traspasa las generaciones. Y lo más sorprendente es quién hace que lo reconozca.
ResponderEliminarUn abrazo
Se me helo la sangre.
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