Sentado
frente a la mesa del escritorio, observaba los colores de un puzle a medio
hacer mientras hacía girar en su mano una de las piezas. La cafetera silbaba en
la cocina y el aroma a café recién hecho inundaba todo el piso camuflando el
olor habitual.
Manzana
y canela.
Puede
parecer algo insignificante, pero esa decisión fue el principio de su nueva
vida. Llevaba años viviendo en aquel piso y hasta que no encendió esa pequeña
barrita de incienso no lo consideró suyo. Así era como quería que oliese su
hogar. Hasta entonces había saboreado aquella mezcla en alguna infusión y,
sobre todo, en unas galletas que ahora tenía prácticamente prohibidas. El
ambientador y las velas aromáticas no habían venido solas: bolsas repletas de
fruta habían sustituido a las patatas fritas y la bollería industrial.
-Cambio de olor, cambio de hábitos.
No
era una asociación con mucha lógica, pero los últimos análisis le habían
mostrado el resultado que los excesos y el sedentarismo habían provocado en su cuerpo.
El temor a que derivase en algo más grave, unido a uno de sus cada vez más
frecuentes bajones emocionales, un sofá demasiado grande y una almohada
demasiado abrazada, hicieron que el cambio de hábitos fuera más allá.
Volvió
al gimnasio, eso no le costó trabajo. Había hecho deporte desde que tenía uso
de razón, pero después de una traumática ruptura con la que creía la mujer de
su vida, fue dejándolo de lado para pasar sus ratos libres sentado frente al
televisor. Ese fue el cambio definitivo que marcaría el resto de su existencia. Gracias al deporte conoció a Eva.
Volvía a casa nervioso y activado tras las clases que aquella monitora de
sonrisa angelical impartía. Le costaba coger el sueño y fue justo ella quien le
aconsejó hacer puzles para relajarse.
Notó
una presencia a su espalda y su
aliento en la oreja cuando le susurró “Buenos
días, mi amor” antes de besarle el cuello con dulzura. Eva le quitó de la mano
el trozo de cartón que sujetaba y sin atisbo de duda lo colocó en su lugar,
cerca de la esquina superior derecha.
Por
fin todas las piezas encajaban.