Sentado
frente a la mesa del escritorio, observaba los colores de un puzle a medio
hacer mientras hacía girar en su mano una de las piezas. La cafetera silbaba en
la cocina y el aroma a café recién hecho inundaba todo el piso camuflando el
olor habitual.
Manzana
y canela.
Puede
parecer algo insignificante, pero esa decisión fue el principio de su nueva
vida. Llevaba años viviendo en aquel piso y hasta que no encendió esa pequeña
barrita de incienso no lo consideró suyo. Así era como quería que oliese su
hogar. Hasta entonces había saboreado aquella mezcla en alguna infusión y,
sobre todo, en unas galletas que ahora tenía prácticamente prohibidas. El
ambientador y las velas aromáticas no habían venido solas: bolsas repletas de
fruta habían sustituido a las patatas fritas y la bollería industrial.
-Cambio de olor, cambio de hábitos.
No
era una asociación con mucha lógica, pero los últimos análisis le habían
mostrado el resultado que los excesos y el sedentarismo habían provocado en su cuerpo.
El temor a que derivase en algo más grave, unido a uno de sus cada vez más
frecuentes bajones emocionales, un sofá demasiado grande y una almohada
demasiado abrazada, hicieron que el cambio de hábitos fuera más allá.
Volvió
al gimnasio, eso no le costó trabajo. Había hecho deporte desde que tenía uso
de razón, pero después de una traumática ruptura con la que creía la mujer de
su vida, fue dejándolo de lado para pasar sus ratos libres sentado frente al
televisor. Ese fue el cambio definitivo que marcaría el resto de su existencia. Gracias al deporte conoció a Eva.
Volvía a casa nervioso y activado tras las clases que aquella monitora de
sonrisa angelical impartía. Le costaba coger el sueño y fue justo ella quien le
aconsejó hacer puzles para relajarse.
Notó
una presencia a su espalda y su
aliento en la oreja cuando le susurró “Buenos
días, mi amor” antes de besarle el cuello con dulzura. Eva le quitó de la mano
el trozo de cartón que sujetaba y sin atisbo de duda lo colocó en su lugar,
cerca de la esquina superior derecha.
Por
fin todas las piezas encajaban.
Un momento cotidiano en que todo cobra sentido... sentido, eso es lo que nos mueve o nos mantiene quietos.
ResponderEliminarBellas letras David!
Abrazo!!
A veces también nos mueven los sinsentido, pero eso será otra historia.
EliminarUn abrazo
La evocación de los olores que mencionas nos hacen entrar en situación y componen el hilo conductor del relato. Me parece una construcción muy original. Por cierto, el té con canela y manzana sin teína es mi favorito :))
ResponderEliminar¡Un abrazo de miércoles, David!
A que está rico???
EliminarUn abrazo
Excelente. Los olores ahí. Me gusta mucho eso. Buen cierre.
ResponderEliminarNos seguimos leyendo.
Gracias Miguel. Creo que a veces desaprovechamos nuestros sentidos.
EliminarUn abrazo
Un relato para disfrutar con todos los sentidos.
ResponderEliminarMuy bello, David!
Un saludo.
Gracias Federico!
EliminarUn abrazo
Hola. es la primera vez que leo algo tuyo, David. Me encantó que la canela no solo aromatizara el ambiente, sino que lo colorease: todo tenía ese color canela en la habitación. Diría que es una imagen que describe a Eva, sus labios rojos y su piel, canela.
ResponderEliminarPero debo preguntar, si Eva es es resultado de una fantasía de una persona que ha sufrido una depresión y ahora pasa por un episodio maniaco, o si es real, y algo así como una segunda oportunidad que se le brinda al protagonista. Agradecería tu respuesta.
Bienvenido a mi embarcadero!! En mi mente Eva es real, no una segunda oportunidad sino un paso adelante.
EliminarDe todas formas, cuando el relato se comparte pasa a ser de quien lo lee y eres muy libre de entenderlo como te plazca.
Encantado de tenerte por aquí.
Un abrazo
El sentido del olfato nos lleva directamente a la emoción, a imaginar una y otra vez esas sensaciones placenteras y sí he podido imaginar a tu personaje sabiendo que su olor va a ser el de canela y manzana una vez que ha completado su puzle.
ResponderEliminarBesos
Leer con todos los sentidos!!
EliminarPetonets
aromas, recuerdos,emociones,... en efecto, todo encaja!
ResponderEliminarY tú entiendes mucho de sentidos!!!
EliminarUn abrazo
Como siempre tt. Un buen encaje con olor a hogar y sabor a fresco
ResponderEliminarGracias Andrés.
EliminarAbrazo enorme.
Un cambio que parece positivo, y en el que los olores cobran un importante cometido especialmente a los sentidos del recuerdo y bienestar.
ResponderEliminarBonito relato,David.
Un gusto leerte.
¡Saludos!
Gracias Mila!!! Parece que sí, fue positivo.
EliminarUn abrazo