miércoles, 28 de septiembre de 2016

ADORO A ESA CHICA....


                Adoro a esa chica. Lo pensé la primera vez que la vi y ese sentimiento va en aumento a medida que voy pasando más tiempo con ella. Mi vida cambió para siempre en el momento en que me dijo que quería que me trasladase a su casa para vivir juntos el resto de nuestros días.

            Me encanta esa sonrisa. La carita de recién levantada con todo el cabello alborotado y como me lanza una mirada somnolienta, llena de amor sincero, mientras acaricia mi nuca. Sus caricias. Podría pasar días enteros tan sólo sintiendo sus caricias en mi espalda, su respiración cerca de mí, notando el olor de su cuerpo….

            Ayer fuimos a la playa. Estuvimos un rato trotando por la orilla porque para los dos el deporte resulta algo esencial. Acabé destrozado de tanto correr de un lado para otro, pero valió la pena. Nos sentamos en la arena mojada con la vista perdida en el mar mientras recuperábamos el aliento. Tuve la sensación de que, por encima del sonido de las olas, podía escuchar como los latidos de su corazón volvían a la calma.

            Ahora está preocupada, pero creo que mis sentimientos de amor y fidelidad hacia ella nunca habían sido tan evidentes. Nunca me ha gustado la violencia. Me educaron desde pequeño sobre pilares como el respeto y sobre todo el cariño, por eso cuando vi que aquel cabrón sacaba la navaja me lancé sobre él sin dudarlo. Me llevé un pinchazo y un par de cortes antes de que el agresor huyera despavorido.


            La cara de alivio de mi “amiga” cuando el veterinario le ha dicho que estoy fuera de peligro, hace que la quiera todavía más.

lunes, 19 de septiembre de 2016

La memoria de los peces




            Siempre había pensado que era una leyenda urbana. Desde crío había escuchado que cuando alguien está a las puertas de la muerte, veía pasar por su mente su vida a cámara rápida. Decían que todos los recuerdos (buenos y malos) y todas las personas importantes surgían del subconsciente, incluso gente que creías que no lo eran y ahí te dabas cuenta de lo equivocado que estabas.

            Yo no lo creía. ¿Cómo vamos a saber lo que ve alguien que está a punto de morir? Nadie que lo haya visto ha vuelto para contarlo, y si alguno había vuelto, lo había hecho sin recuerdos de su vida anterior. Sin embargo, mientras caía al vacío me daba cuenta de que era verdad.

            Llevaba cuatro años haciendo escalada libre. Sí, es un deporte arriesgado, pero la sensación de estar a trescientos o cuatrocientos metros de altura sabiendo que sólo tus manos te mantienen pegado a la pared, aferrado a este mundo, era algo difícil de explicar. La sensación de que el pie resbala y la mano no consigue sujetarte, es algo todavía más complicado de describir, pero era lo que me había sucedido.

            Mi cuerpo descendía cogiendo velocidad, y tenían razón, mi vida comenzaba a pasar como si de una película excesivamente revolucionada se tratase. Alguna imagen de la infancia, excursiones del cole, la familia… y de repente la vi. Nos conocimos de casualidad, cuando sólo éramos unos adolescentes, y desde ese momento, aparecía en todos los momentos que resultaban ser importantes para mi subconsciente. Desde aquella noche tonta en que nublados por el alcohol acabamos besándonos, a la mañana lluviosa en que enterramos a mi padre. Cientos de situaciones, a priori olvidadas, en las que siempre estaba a mi lado. En los buenos y en los malos momentos. Era ella. Toda la vida buscando a alguien que había tenido tan cerca y que no había sabido ver.

            A pocos metros del suelo tomé la decisión de volver a buscarla en otra vida. Si realmente existía la reencarnación, me resultaría imposible olvidar las últimas imágenes vistas en mi actual vida. No la olvidaría, y si alguna vez llegaba a reencarnarme, fuese en lo que fuese, la reconocería y disfrutaría cada segundo a su lado como si fuese el último, como si fuese el que estaba viviendo en ese momento.


            Del dolor del golpe inicial pasé a la extraña sensación de estar flotando. Abrí los ojos y me vi en el fondo de lo que parecía un río rodeado de peces y pensando en ella. “¿Qué hago aquí? Soy un pez! No puede ser, tengo que seguir recordando a…..” “¿Qué era lo que tenía que hacer?” “uyyyyy, qué buena pinta tiene ese placton!.“



viernes, 9 de septiembre de 2016

PILOTO 11

Los amigos de Toni resultaron ser bastante parecidos a él, y la cena se compuso de unas latas de aceitunas rellenas, distintas variedades de patatas fritas de bolsa y cerveza fría en cantidades industriales. Al comenzar la segunda parte, la cara de algunos de los presentes fue tensándose de manera sospechosa, pero ninguno consumió drogas en presencia de David. Una botella de wisky de malta y un par de horas de poker completaron la velada. La verdad es que n se le dio mal, terminó ganando unos 80 euros y aceptando la propuesta de tomar la penúltima copa en el Águila Negra.

El Águila Negra era un club de alterne, de los muchos que iluminan con sus neones las carreteras nacionales del Sur de de nuestro país. Los guardias de seguridad saludaron a Toni con la naturalidad que proporcionaban sus frecuentes visitas nocturnas al local.

-Pide lo que quieras Catorce –estaban tomando por costumbre llamar a David por el número de su camiseta, y la verdad, a él no le disgustaba- Tengo algunos negocios con los dueños, así que el dinero no es problema. Disfruta del ambiente mientras hablo con mis socios, no tardaré demasiado.

La luz del local era bastante tenue. Una barra, en la que tres señoritas abordaban a los clientes que allí se encontraban, ocupaba la esquina más cercana a la puerta principal. Una pista de baile en la que otras cinco chicas se movían de forma sugerente daba paso a dos reservados y a una puerta abierta tras que se podían ver unas escaleras. Las cortinas de los reservados no estaban echadas, por lo que no era difícil de imaginar lo que solía suceder tras ellas: un pequeño escenario redondo, con una barra vertical, ocupaba el centro del habitáculo, y a su alrededor, asientos de piel con capacidad para grupos de cinco o seis personas. Los bailes privados deberían de ser una constante de las fiestas durante los fines de semana.

Se sentía mareado, sin duda la ingesta de alcohol había vuelto a ser mayor de lo aconsejable, pero entre las luces, la música y el humo del local, decidió dejarse llevar y pidió un tequila. Sabía que estaba mezclando más de la cuenta, pero n tardo mucho en dejar de pensar. Notó unos pechos apretándose contra su espalda mientras una voz le susurraba al oído algo que no llegó a comprender. Antes de poder reaccionar, unas manos comenzaron a recorrer su pecho bajando desde los hombros mientras los labios que antes le susurraban, ahora le acariciaban la nuca haciendo que un escalofrío le recorriera la columna vertebral de punta a punta.

-Cariño, ¿me invitas a una copita de de champagne? ¿o prefieres que no perdamos más el tiempo?

-Pues la verdad es que ya somos mayorcitos para tonterías ¿no crees? Me tomo el tequila y soy todo tuyo.

-No cariño –le volvió a susurrar al oído- Cuando te tomes esa copa, yo seré toda tuya.

En ese momento fue cuando conoció a Jelena. Una larga y lacia cabellera rubia enmarcaba una cara de rasgos eslavos. Ojos verdes y unos carnosos labios rojos a los que la chica acababa de llevarse uno de los dedos de David atraían la atención de cualquiera, pero el resto del cuerpo era todavía más espectacular que la cara. Se sacó el dedo de la boca sin dejar de mirar a los ojos del catorce y lo espolvoreó con sal. Después de chupar la sal y tomarse el chupito, ella estaba esperando con un trozo de limón entre los labios, esos labios que tal y como él se imaginaba, le iban a proporcionar muchos momentos agradables. Antes de darse cuenta, subía por unas estrechas escaleras con los ojos clavados en una faldita de colegiala que se balanceaba a cada escalón que subían. Al final de las escaleras, un cartel anunciaba que había llegado a algo parecido al paraíso:




“EL SEPTIMO CIELO” 

lunes, 5 de septiembre de 2016

PILOTO 10



         -Que sí, Pepe, que sí… -hablaba por teléfono con su representante mientras Ana le dejaba un botellín de cerveza sobre la barra- De momento todo va bien, no te preocupes. No, no he buscado casa. He llegado a un acuerdo con los dueños de la pensión y de momento me quedo con ellos. Lo prefiero así, el precio es bueno y no tengo que preocuparme por la compra ni la limpieza. Es mucho más como para mí – sentía la mirada de Ana clavándose en sus ojos desde el otro lado del mostrador- Tengo que colgar crack, otro día te llamo.

         La pretemporada estaba llegando a su fin, y aunque no se encontraba mal físicamente, se notaba las piernas algo más cargadas de lo recomendable. Falta de costumbre, se decía a sí mismo, pero sabía que las escapadas con Toni no ayudaban demasiado a recuperar el buen tono muscular.

         -¿Vas a seguir viviendo en la pensión?-la voz de Ana le trajo de nuevo al mundo real- Viviendo allí nunca vas a tener demasiada intimidad… - la forma de arrastrar la última palabra mientras le acariciaba la mano y le miraba con carita de pena dejó bastante claro que la “intimidad” de David se estaba convirtiendo en algo muy importante para ella. En un pueblo pequeño la gente se enteraba de todo enseguida, pero eso no evitaba que se intentasen llevar las cosas con cierta discreción.
-De momento es lo mejor para mí. Siempre puedo buscar intimidad en otro sitio…

         Las risas de la gente que entraba en el bar detuvo la conversación. Toni era el primo mayor de Ana y desde el principio se había entendido muy bien con David. Era un hombre moreno, con la piel curtida por el Sol y que vivía de sus olivos, y según las malas lenguas, de controlar ciertos suministros de dudosa procedencia en los pueblos de la comarca. Solía ir acompañado de ods o tres “amigos” y alargaba sus fines de semana de Jueves a Domingo por todos los locales de la provincia.

-¿Qué pasa David? ¿Hoy no hay entreno?

-No, los miércoles descansamos. ¿Te quedas a ver el partido de la Champions?

-Vamos a verlo a Villanueva, a casa de unos amigos –contestó mientras limpiaba la boca de la cerveza que le había entregado su prima- Vente con nosotros. Vamos a echar un par de cervezas y subimos, tienen que pasar por aquí un par de coleguitas y nos vamos.

         Sus coleguitas llegaron bastante pronto. Sonó el móvil y salió del bar para montarse en un coche negro que se fue para volver en menos de diez minutos. Por la sonrisa que se dibujaba en su cara, el paseíto, además de corto, había sido fructífero.

-Prima, llena y trae la cuenta, que nos vamos con la música a otra parte.



         En la barra del 32 Marta no paraba de poner cañas y darle vueltas a la cabeza: no quería dejar de lado el periodismo, así que una idea iba tomando forma. Estaba decidida a crear una gaceta semanal. En el pueblo no había demasiadas noticias que cubrir, así que la sacaría a la luz cada lunes y estaría básicamente centrada en el partido del equipo. Una crónica y las declaraciones del mister y algunos jugadores serían suficientes para rellenar un par de páginas, además, siempre podía añadir una previa del siguiente partido. Hablaría con el resto de propietarios de bares y dejaría un ejemplar en cada uno para que todo el mundo lo pudiera leer. No sería lo mismo que trabajar en un periódico, pero por lo menos no perdería práctica. Además podía aprovechar los artículos para mejorar la página web del club y darle un poco más de vida.

-¡Marta! Despierta, que llevo un rato pidiéndote un botellín.

-Perdona Marcos, estaba en mi mundo.

-Tiene que ser precioso. ¿A ver cuando nos vamos juntos y nos damos una vuelta por tu mundo?

-Vas mejorando Marquitos. Buen intento, pero no cuela. Tendrás que seguir probando –contestó la pelirroja con un guiño- De momento te invito a unas aceitunas y como siempre que hay Champions, a la quinta cerveza.



sábado, 3 de septiembre de 2016

SIN CONTROL



            Las luces de la discoteca me resultan muy molestas, pero cuando veo que esos dos ojos azules me miran, comprendo que el sacrificio merece la pena. Lleva un vestido de tirantes, por encima de la rodilla que, sin llegar a ser ajustado, dibuja a la perfección dos pechos firmes. El color blanco de su ropa y el rubio de su pelo hacen resaltar todavía más una piel bronceada por el sol del Mediterráneo.

            Se acerca y me dice su nombre al oído, no sé si realmente es el suyo, pero tampoco me importa demasiado. Noto su aroma a miel y canela  y despierta esa bestia que hace tanto que pensaba que tenía controlada en mi interior. Le digo un nombre cualquiera y me sonríe mientras comienza a bailar haciendo que entre nuestros cuerpos no quede espacio ni  para el aire de un suspiro. Los ritmos latinos convierten cualquier baile en una seducción en toda regla. Noto una de sus piernas entre las mías y sus pechos clavándose en mi torso. Le acaricio la espalda con una mano mientras la otra a duras penas aguanta por encima de sus caderas. Sus labios rozan los míos antes de girarse y seguir moviéndose pegada a mí con mis manos en su cintura y su cuello al alcance de mi boca. Noto que algo empieza a crecer. Ya no hay vuelta atrás.

            Me arrastra de la mano al exterior de la discoteca. Hay luna llena. Sus labios buscan mi boca y los evito hasta que decide que mi cuello también es buen lugar para hacerlos aterrizar. La aprieto contra mí agarrándole el culo y se le escapa un gemido antes de separar nuestros cuerpos. Avanzamos con prisa, buscando un lugar más íntimo donde dar rienda suelta a nuestra lujuria.

            Al llegar al siguiente portal me doy cuenta de que no puedo aguantar más. Mi mano derecha baja a su entrepierna mientras la coloco de cara contra la reja de la puerta. Agarra los fríos barrotes y echa su cuerpo hacia atrás. Gime y arquea la espalda. Mis labios acarician su cuello antes de morder y hacer que esos preciosos ojos azules se abran por última vez….

            Saboreo la sangre que me da la vida.