-Que sí, Pepe, que sí… -hablaba por
teléfono con su representante mientras Ana le dejaba un botellín de cerveza
sobre la barra- De momento todo va bien, no te preocupes. No, no he buscado
casa. He llegado a un acuerdo con los dueños de la pensión y de momento me
quedo con ellos. Lo prefiero así, el precio es bueno y no tengo que preocuparme
por la compra ni la limpieza. Es mucho más como para mí – sentía la mirada de
Ana clavándose en sus ojos desde el otro lado del mostrador- Tengo que colgar
crack, otro día te llamo.
La pretemporada estaba llegando a su
fin, y aunque no se encontraba mal físicamente, se notaba las piernas algo más
cargadas de lo recomendable. Falta de costumbre, se decía a sí mismo, pero
sabía que las escapadas con Toni no ayudaban demasiado a recuperar el buen tono
muscular.
-¿Vas a seguir viviendo en la
pensión?-la voz de Ana le trajo de nuevo al mundo real- Viviendo allí nunca vas
a tener demasiada intimidad… - la forma de arrastrar la última palabra mientras
le acariciaba la mano y le miraba con carita de pena dejó bastante claro que la
“intimidad” de David se estaba convirtiendo en algo muy importante para ella.
En un pueblo pequeño la gente se enteraba de todo enseguida, pero eso no
evitaba que se intentasen llevar las cosas con cierta discreción.
-De
momento es lo mejor para mí. Siempre puedo buscar intimidad en otro sitio…
Las risas de la gente que entraba en el
bar detuvo la conversación. Toni era el primo mayor de Ana y desde el principio
se había entendido muy bien con David. Era un hombre moreno, con la piel
curtida por el Sol y que vivía de sus olivos, y según las malas lenguas, de
controlar ciertos suministros de dudosa procedencia en los pueblos de la
comarca. Solía ir acompañado de ods o tres “amigos” y alargaba sus fines de
semana de Jueves a Domingo por todos los locales de la provincia.
-¿Qué
pasa David? ¿Hoy no hay entreno?
-No, los
miércoles descansamos. ¿Te quedas a ver el partido de la Champions?
-Vamos a
verlo a Villanueva, a casa de unos amigos –contestó mientras limpiaba la boca
de la cerveza que le había entregado su prima- Vente con nosotros. Vamos a
echar un par de cervezas y subimos, tienen que pasar por aquí un par de
coleguitas y nos vamos.
Sus coleguitas llegaron bastante
pronto. Sonó el móvil y salió del bar para montarse en un coche negro que se
fue para volver en menos de diez minutos. Por la sonrisa que se dibujaba en su
cara, el paseíto, además de corto, había sido fructífero.
-Prima,
llena y trae la cuenta, que nos vamos con la música a otra parte.
En la barra del 32 Marta no paraba de
poner cañas y darle vueltas a la cabeza: no quería dejar de lado el periodismo,
así que una idea iba tomando forma. Estaba decidida a crear una gaceta semanal.
En el pueblo no había demasiadas noticias que cubrir, así que la sacaría a la
luz cada lunes y estaría básicamente centrada en el partido del equipo. Una
crónica y las declaraciones del mister y algunos jugadores serían suficientes
para rellenar un par de páginas, además, siempre podía añadir una previa del
siguiente partido. Hablaría con el resto de propietarios de bares y dejaría un
ejemplar en cada uno para que todo el mundo lo pudiera leer. No sería lo mismo
que trabajar en un periódico, pero por lo menos no perdería práctica. Además
podía aprovechar los artículos para mejorar la página web del club y darle un
poco más de vida.
-¡Marta!
Despierta, que llevo un rato pidiéndote un botellín.
-Perdona
Marcos, estaba en mi mundo.
-Tiene
que ser precioso. ¿A ver cuando nos vamos juntos y nos damos una vuelta por tu
mundo?
-Vas
mejorando Marquitos. Buen intento, pero no cuela. Tendrás que seguir probando
–contestó la pelirroja con un guiño- De momento te invito a unas aceitunas y
como siempre que hay Champions, a la quinta cerveza.