jueves, 20 de enero de 2022

La vida de Eva

 

      Faltaba más de una hora para dejar de trabajar y el teléfono no había sonado en toda la tarde. No le preocupaba la escasa venta, sabía que tenían suficiente margen con lo acumulado a lo largo del primer semestre para superar el verano con ganancias, pero le parecía un absurdo tener que estar allí sentado hasta que el reloj diese las siete para poder salir. Vale que el cobraba por sus cuarenta horas semanales y lo de salir antes no era discutible, pero que le jodía perder el tiempo de aquella manera tampoco lo era.

 

     La chica de la limpieza hacía su faena ajena a sus pensamientos. Barría, fregaba, vaciaba las papeleras… todo al ritmo que le marcaba la música que salía de sus auriculares. ¿Qué escuchará? Por el ritmo que le infringía al trabajo, desde luego no eran baladas. Tal vez música de su tierra, creía recordar que durante una breve conversación que mantuvo con su compañero (el cabrón, a pesar de estar casado, intentó ligársela desde la primera vez que la vio) escuchó que era ecuatoriana. Ahora dudaba. Morena, alta, anchita de caderas pero de cintura estrecha, le daba más la sensación de que podría ser venezolana. El cabrón siempre tuvo buen gusto para las mujeres, aunque esta vez le dieron con la puerta en las narices. Varias negativas muy educadas a las insistentes proposiciones terminaron por hacerle desistir. Imaginó como sería la vida de la chica fuera de la oficina. Seguro que limpiaba en dos o tres sitios más, no era viable sobrevivir con las pocas horas que echaba con ellos. No tenía pareja, madre soltera desde muy joven, con estudios básicos en su país y luchadora como la que más con el único objetivo de dar una buena vida a sus hijos.

 

     Sin saber por qué, abrió un Word y comenzó a teclear: una infancia en el seno de una familia humilde, ocho hermanos, con una madre trabajadora y un padre alcohólico que les maltrataba. Embarazada en la adolescencia del que creyó sería el hombre de su vida y resultó ser otro maltratador de mierda, la llamada de una amiga que había emigrado a España le vende la vida aquí como el paraíso y a la que puede, no se lo piensa y vuela con lo poco que tiene. La decepción del principio deja paso a la determinación de seguir adelante, a la libertad de saber que no depende más que de su trabajo desde el momento en que cobra su primer sueldo…

 

 



     Tecleó hasta que llegó la hora de marchar. Al llegar a casa, volvió a hacerlo de forma prácticamente compulsiva y aprovechó los ratos muertos que su trabajo le ofrecía durante todo el mes de agosto para completar una historia ficticia que cogía fuerza cada vez que la joven pasaba cerca de él tarareando.

 

     Una tarde, a final de verano, entabló conversación con ella por mera casualidad y se asombró de lo diferente de la realidad que era su escrito. Desde ese momento dejó de verla como su musa y se centró en la vida de esa luchadora imaginaria que sacaba adelante a su familia, que a pesar de los pocos ratos libres que tenía, disfrutaba de la vida como si no hubiera un mañana (porque tal vez no lo haya) hasta que consiguió poner a la historia el broche deseado.

 

     La leyó una y mil veces y con cada nueva lectura, reescribió, tachó y volvió a escribir antes de decidirse a compartirla con alguien. Justo en ese momento, es cuando yo entro a formar parte de todo esto…

 

     El manuscrito cayó en mis manos hace unos dos años y me hechizó desde el primer momento. Me senté con él e hicimos cambios, muchos cambios, pero el fondo de la historia lo teníamos tan claro que todo lo que sacábamos de ella o las nuevas hojas que pasaban a formar parte, lo hacían con asombrosa naturalidad. Fue un año de intenso trabajo para llegar a lo que hoy tengo en mis manos. Hace unos meses, cuando preparamos esta presentación, esto era tan solo la primera novela de un escritor en ciernes. Hoy se trata de algo que poca presentación mediática necesita: la novela más vendida en nuestro país por segundo mes consecutivo y que demuestra lo que una simple chispa puede crear en nuestra mente si la mantenemos despierta.

 

     Esta ha sido la explicación de cómo todo surgió, ahora le toca al autor presentaros la luces y las sombras que acompañan a "La vida de Eva".

 

domingo, 9 de enero de 2022

El sucesor

 


 

 

Para mí fue una gran desilusión que mi hijo no quisiera seguir con el negocio familiar, pero pronto tuve claro que su camino estaba dirigido a diseñar edificios. Cuando una multinacional le ofreció trabajo en el extranjero, se alejó de  nuestra pequeña tienda tanto como de nuestra vida.

 

                Seguí disfrutando del día a día en la pequeña librería del centro de Barcelona hasta que, años después, volvió acompañado de un niño de apenas siete años. El pequeño Daniel  (que llevase mi nombre me llenaba de orgullo) era un crío inteligente y curioso, que comenzó a pasar las tardes haciendo sus deberes en la librería. En cuanto tenía oportunidad se sumergía en algún libro de aventuras elegido al azar.

 

                La mañana de su treceavo cumpleaños decidí hacerle un regalo especial, tal como mi padre me hizo al cumplirlos yo. Era domingo, por lo que no teníamos que abrir la tienda, pero aun así, pasé a recogerlo al despuntar el sol. Caminamos por el barrio gótico, en silencio al principio, luego intentando contestar a algunas de las preguntas que me hacía preso de la excitación que comenzaba a sentir. Llamé a la puerta y nos abrió Isaac, tan serio como siempre, aunque en su rostro se apreció un atisbo de sonrisa al ver a Daniel de mi mano antes de dejarnos entrar.

 

                Tenía mi sucesor. Supe que Daniel seguiría con la tradición en el momento en que vi su cara de asombro ante la Biblioteca de los Libros Olvidados.