No había
pasado ni un verano sin que alguien me hablara de ella con una sonrisa... ¡cómo si
yo necesitara que me la recordasen!
-Es que es la única vez que te he
visto tan interesado en alguien.
Tal vez la
afirmación no era cierta, pero si es verdad que aquel verano decidí no
disimular. Ella me gustaba, me gustaba mucho, pero como casi siempre me suele
pasar, llegué tarde. Aunque en algún momento creí que dudaba, ella tenía pareja
y no iba a arriesgarse a perder algo así por alguien que en un par de semanas pondría
mil kilómetros entre nosotros. Y después de ese agosto nada... Hasta hoy.
- ¿Esa es quien yo creo es?
Me
lo preguntó sonriendo, consciente de que era ella. No diré que no había
cambiado nada, pero de lejos parecía la misma adolescente que me aceleraba el
corazón muchos años atrás. Morena, con el pelo recogido, ojos azules como ellos
solos y una sonrisa que competía con los rayos del sol por iluminar el pueblo.
En el momento que comprobé que mi corazón seguía acelerándose cuando se
acercaba, tuve claro quien ganaba ese concurso. Se paró con sus primos, a la
entrada del bar. Era un lugar estrecho, con una larga barra y nosotros solíamos
ocupar el fondo. Intenté disimular, pero no pude evitar que las piernas me
temblaran un poco. "No seas tonto David, que ya no eres un adolescente,
cojones", intenté autoconvencerme, y para mí sorpresa, todos esos nervios
se calmaron cuando me miró. Al ver que me sonreía terminé de tranquilizarme
"por lo menos parece que me ha reconocido".
Todavía tardó
un rato en acercarse. No sé si fue casualidad, pero lo hizo en el momento en
que el resto de mi grupo había salido a fumar.
- Que agradable sorpresa! - dijo
mientras nos dábamos dos besos y un abrazo- Me alegro de verte.
Noté el aroma
de su pelo, hay cosas que no cambian con el paso de los años. No era el champú,
ni el perfume, eso puede cambiar. Era su olor...
- Y supongo que ahora tengo que
soltarte...- lo dije sin pensar, alargando el abrazo más de lo habitual… ¡y
quien conoce mis abrazos sabe que eso es mucho decir!
Soltó
una carcajada mientras nos dejamos ir medio metro, sin dejar que se perdiera el
contacto del todo. Tengo que reconocer que seguía siendo preciosa...
Vi como mis
amigos, que ya volvían, se detenían en la otra esquina de la barra sin
quitarnos ojo de encima. Luego tendría interrogatorio, pero por lo menos me
dejaban este "ratito de intimidad"
- Cuántos años… Joder, cabrona, ¿estás
todavía mejor que con 19! ¿Cómo coño lo haces?
- No has cambiado nada -me espetó
riendo.
- Si no te das cuenta de que
estoy más viejo, más gordo y más calvo, es que de vista estás jodida.
- ¡No seas burro! Estás genial, y
me refiero a que sigues siendo tú. No hay duda.
Hablamos de
sus primos y hermanos. Vi movimiento al otro lado de la barra y supe que no
tardarían en acercarse.
-¿Hasta cuándo te quedas?
-Hasta el lunes.
-¿Tres días?
-Te parece poco...
-Depende. Si te vienes a cenar
conmigo está noche, en cuatro días estarás echándome de menos...
No llegó a
contestar. Los gritos y abrazos se multiplicaron a medida que el grupo crecía y
poco después volvió con sus primos. Vi que salía fuera con uno de ellos
-¿Cómo ha ido el reencuentro con
tu amor platónico?
Sabía que ella
sería la primera en preguntar, le encantaba el salseo y me disponía a contestar
cuando note una vibración en mi bolsillo. Un nuevo mensaje de número que no
conocía:
"Reservas tú en algún sitio
fuera de la marabunta"
Levanté la
mirada y volvía a estar allí, sonriéndome desde la otra punta del bar.