sábado, 9 de diciembre de 2017

Cuestión de prioridades



     Camina fatigado después de hacer su turno de ocho horas y prolongarlo durante otras cuatro extras seis días a la semana. Solo tiene los domingos y, ahora que las tardes son más largas, unas horas cuando regresa a casa para disfrutar de la compañía de su mujer y las diabluras de las pequeñas. Tiene que ser así, no hay más remedio. Desde que llegaron a la ciudad su vida ha sido trabajar y apretarse el cinturón para cualquier cosa que querían conseguir. Primero ahorrar para la boda. Poco después surgió la oportunidad de los pisos subvencionados y decidieron meter allí todos sus ahorros. Una tercera planta en un barrio obrero a las afueras era el lugar elegido. Pisos modestos, de tres habitaciones y un pequeño balcón rodeados de pedazos de tierra que los nuevos propietarios convirtieron en jardines. Allí serían felices. Las niñas llegaron y crecieron rápido, con lo que su amada dejo de trabajar y él tuvo que ampliar su horario para cubrir gastos. Ahora resopla pensando en que pronto serán cinco en vez de cuatro y los gastos volverán a dispararse.



     Al acercarse a su calle saluda a un par de vecinos sin detenerse y le parece vislumbrar dos figuras conocidas al otro lado del jardín. Se le encoge el corazón. Sus dos niñas están, como cada tarde, asomadas a una ventana de la planta baja de su bloque. Sabe perfectamente que hacen allí. Los hijos de la vecina suelen ver a esa hora una serie de dibujos animados que les encanta y como en casa no tienen televisión, cada tarde se asoman a hurtadillas para verla. Las llama y vienen corriendo, aunque la pequeña no para de mirar hacia atrás. Los dibujos ya han terminado, así que suben las escaleras con él hablándole sin parar del episodio de hoy y de cómo la protagonista ha ayudado a su madre a hacer tareas antes de salir a jugar.


-¡Igual que hacemos nosotras, papa!


     Saluda a su mujer con un beso y le da el dinero de las horas extras. Tres partes van a un tarro que pone vacaciones y una a otro en el que se lee TV. Da igual que en el tarro no haya suficiente, luego hablará con su mujer y mañana comprará esa televisión. Las vacaciones pueden esperar.

16 comentarios:

  1. Viajamos al pasado contigo, David, muy bien recreado ese mundo en el que todo se pagaba a base de horas extras o pluriempleos, ya no para llegar a fin de mes, sino para permitirse los escasos lujos que estaban disponibles. La tele llegará antes que las vacaciones, no cabe duda, porque el tercero está en camino y sé de buena tinta que no es fácil viajar con demasiada barriga, o teniendo que levantarse en plena noche a mudar pañales...
    Un abrazo enorme para ayudar a pasar este frío inicio de diciembre ;)

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    1. Supongo que cualquiera haría ese sacrificio por la felicidad de sus pequeñas!! Mi madre siempre me recuerda esta historia ;)

      Gracias por leer y compartir... y abrigate!!!

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  2. Hola David. Has recreado bastante bien mi infancia. Mi padre pluriempleado y yo viendo la tele en casa de un amigo y vecino, hasta que, gracias a los ahorros, entró ese aparato por la puerta para quedarse para siempre. Después vinieron las compras a plazos, facilitando a las familias modestas adquirir productos de todo tipo (la nevera, la lavadora, el tresillo, etc.) con cómodas mensualidades pero siempre a base de esfuerzo. Así se fue forjando la sociedad de consumo.
    Me ha resultado un relato muy realista y muy bien contado.
    Un abrazo.

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    1. Gracias Josep!!! Creo que muchos de nosotros hemos pasado por eso, aunque a mi me pillo de refilón.

      Un abrazo.

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  3. Qué emotivo retorno al pasado, David, a una época alejada del consumismo actual, de la soledad tecnológica de las redes sociales en móvil o tablet, cuando la TV se convertía en un miembro más de la familia.
    Me ha encantado, de verdad, y por eso me apresuro a compartir.
    Un abrazo.

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    1. Gracias Bruno!!! Cuando todo resulta complicado se aprecian más los logros.

      Un abrazo

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  4. Hola, David. Qué bien relatas ese momento en que el padre sacrifica sus vacaciones por un regalo para sus hijos. Cuántos se sienten identificados, a veces hay que hacerlo. No será una tele, será una compu u otro invento más moderno. Pero el sentido es el mismo.
    Un abrazo

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    1. Por supuesto que se hace!! Lo que no tengo tan claro es que los niños de hoy valoren ese sacrificio tanto como lo hicieron las niñas del relato.
      Gracias por la visita.
      Un abrazo

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  5. aprendíamos el valor de las cosas ,ahora los niños tienen en demacía muchas veces y no lo valoran todo entusiasmo dura un par de horas, ytambién había un horario para dibujos por la mañana y por la tarde y punto .ahora estan los canales de niños donde repiten lo mismo para llenar 24 hs. ni eso tienen que esperar,

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    1. Desde luego que en eso hemos ido a peor. Antes los padres también podían pasar más tiempo con nosotros (al menos uno de ellos). Hoy en día el consumismo y las prisas son los que mandan y cuesta más pararse a disfrutar los pequeños detalles.
      Siempre es un placer verte por aquí.
      Un abrazo

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  6. El valor del esfuerzo y del trabajo, nada era fácil y se tenía que dedicar mucho tiempo para conseguir aquello que se deseaba y me ha gustado ver a ese padre que hará lo que sea por los suyos y es que los padres en eso no han cambiado, siempre quieren ver felices a los suyos.
    Un fantástico homenaje a un tiempo que fue, en el que primaban otros ¿valores? que poco a poco parece van desapareciendo.
    Un beso

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    1. Gracias!! Muy interesante tu corta reflexión. Por desgracia los valores no van cambiando, simplemente van desapareciendo.
      Un beso.

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  7. Un precioso viaje al pasado, donde nos muestras a la familia y a los verdaderos valores. La simbología de esa tele en un futuro les enseñará que las cosas que se logran con esfuerzo se disfrutan mucho más.
    Me ha encantado, muchísimo.
    Un beso.

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    1. Gracias Irene!!! Intenta disfrutar estos días aunque el trabajo te quite tiempo ;)
      Un beso.

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  8. Yo también he sido transportada a mi infancia, hermosos recuerdos ¡Gracias, David!.
    Una gran diferencia entre una sociedad que ha de esforzarse por conseguir algo y otra identificada con el consumismo y el despilfarro.
    Un abrazo

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    1. Gracias! Toda la razón del mundo. Gracias por la visita y genial la última reflexión de tu blog.
      Un abrazo

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