Si opinase de manera objetiva, tal vez no diría que es una mujer increíblemente bella, pero me resulta imposible ser objetivo con ella. Trenza sobre el hombro. Sonrisa perenne. Mirada seductora sin tratarlo, dulce, alegre, repleta de vida. En el trabajo siempre de riguroso negro, ropa, pelo, ojos… Contrasta con su piel clara. Por su nuca quiere asomar un tatuaje, ¿hasta dónde llegará?
Su cara cambia cuando
nuestras miradas se cruzan. No se descifrarla. ¿Seria? ¿Nerviosa? La última vez
que nos vimos nada salió como yo esperaba, apenas hablamos y todavía no sé por
qué. Me marche al poco de verla llegar, entre cansado, ebrio y celoso porque
entró riendo con un cachitas que no había visto en mi vida. No tengo motivo para
estar celoso y tal vez celoso tampoco sea la palabra. Decepcionado, creo que la
palabra que busco es decepcionado. Conmigo, con el mundo, con la vida, con esa
moneda capaz de caer de canto si me dan dos opciones para elegir.
Una realidad abrumadora. Buen post. Saludos
ResponderEliminarHola David, te sigo para poder interactuar. Feliz Halloween 🎃
ResponderEliminarNo sé; si la cerveza hubiera venido con su número de teléfono...
ResponderEliminarMe agrada mucho comprobar que hay historias como esta, cargadas de esperanza y actitud positiva ante el mundo trastornado que nos rodea.
ResponderEliminarSaludos.