martes, 22 de enero de 2019

Los ojos del cielo



     El sueño comenzaba a vencerme cuando un ruido entre la maleza me alertó, allí no estaba a salvo. Hacía rato que había anochecido. Perseguido como me encontraba, encender fuego no era una buena opción, pero en la oscuridad era pasto fácil para las fieras que habitaban las profundidades de aquella maldita selva. Busqué mi revolver con la mano derecha, lo sujeté y apunté hacia el lugar del que parecía provenir el sonido mientras me levantaba lentamente.





     El silencio volvió a rodearme cuando decidí seguir con mi camino; no podía permitirme perder más tiempo descansando. Los primeros rayos de uno de los tres soles que iluminaban el planeta se filtraron entre las hojas que me impedían ver el rojo cielo. Las noches eran cortas y cuando el cielo estaba despejado, los tres astros provocaban que el calor fuera asfixiante. Hice memoria y recordé el libro de mapas en el que tanto trabajamos al principio de este esperanzador proyecto. La salida de la selva estaba cerca, desde allí, unos kilómetros hasta la ciudad que tendría que recorrer lo antes posible para evitar estar expuesto durante demasiado tiempo a los ojos del cielo.




     El planeta fue todo un descubrimiento. Después de arrasar la Tierra, la Luna se había convertido en un puente hacia un destino mejor. Ese destino fue Pigmalión. Cubierto en su mayoría por frondosos bosques, el agua brotaba por doquier. Su atmósfera era respirable, aunque al principio había que medicarse para acostumbrar el cuerpo a la presión y la densidad del aire. La convivencia con los nativos del planeta no parecía complicada. Eran seres inteligentes, alados, parecidos a lo que nosotros conocemos como ángeles. No soportaban las ciudades, pero no se opusieron a la construcción de cinco en los lugares con menor vegetación.
 


Todo parecía funcionar hasta que probaron nuestra carne…




La transformación fue inmediata. Los pacíficos habitantes arrasaron cuatro de las cinco ciudades y acabaron con la vida del ochenta por ciento de los humanos. Solo la ciudad que tenía delante resistía. Rodeada por un perímetro de seguridad inerte que facilitaba la eliminación de todos los seres ajenos a nuestra comunidad que intentaban acercarse a ella.




     Noté su presencia, incluso me pareció ver una sombra sobrevolando los árboles más cercanos. Si quería llegar al único bastión que nos quedaba en este paraíso infernal tendría que comenzar a correr sin mirar atrás y esperar que la suerte estuviera de mi lado.

8 comentarios:

  1. Hermoso e inquietante relato. La ingesta de carne tiene la mala fama de que provoca violencia y agresividad y, sin embargo es lo que ha hecho posible la evolución humana desde nuestros antepasados hasta el Homo sapiens... claro que ahora que lo pienso, igual de ahí viene nuestra fea costumbre de destrozarnos los unos a los otros.
    Magnífico relato.
    Un beso.

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    1. Hola Rosa!! No creo que la alimentación tenga que ver con esa fea costumbre, a mi me encanta y soy lo más inofensivo que te puedes echar a la cara. Yo creo que el problema y la solución está en la educación. Por desgracia somos egoistas desde que nacemos y no educamos para dejar de serlo. Así nos va.
      Un beso.

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  2. Muy interesante, incluso como comienzo de algo más extenso... ya he podido suscribirme. gracias.

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    1. Gracias!! Es algo que no descarto, lo tengo guardado en la cajita de futuras opciones.
      Un abrazo

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  3. Eso demuestra que no todo es lo que parece. Los seres aparentemente más sociables y pacíficos pueden convertirse en nuestros peores enemigos. Por otra parte es bien sabido que los animales carnívoros son más agresivos que los hervíboros pues tienen que atacar a su presa antes de devorarla. Una mala elección resultó viajar hasta Pigmalión. No le veo un buen futuro a los colonos humanos. ¿Acaso continuará esta historia?
    Un abrazo.

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    1. Si el ser humano no modifica su forma de ser, difícilmente encontrará un lugar en el que ser feliz cuando acabemos con la Tierra!

      Gracias por tu visita.
      Un abrazo

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  4. Creo David que has dejado a todo el mundo con la miel en los labios,... no te va quedar más remedios que contarnos como acaba la historia,.. Es la parte mala de los finales abiertos,... jajaja
    Feliz domingo!

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    1. Pues llevo unas semanas dudando!!! No soy mucho de ciencia ficción, pero esta historia no termina de disgustarme. Ya veremos, lo consultaré con la luna!!
      Un abrazo!

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