viernes, 13 de septiembre de 2019

INVENTANDO PALABRAS



     Pocas veces habían visto salir el Sol juntos durante los últimos años, años intensos en los que habían forjado algo bonito hasta tal punto, que les costaba encontrar una palabra que lo definiera. Tenían en mente inventar una, no todo se puede definir con las palabras que existen así que ¿por qué no crear una nueva? Les encantaba pasear cuando el Sol comenzaba, cansado, a ocultarse tras el horizonte. Playa o montaña, daba igual, pero el espectáculo de los últimos rayos despidiéndose de ellos quedaba grabado en su retina.





     -No es de nosotros de quien se despide –le abrazaba de espaldas al tenue resplandor del astro que acababa de ocultarse- Se despide de ella.




     Hizo que se girara para contemplar la Luna, una preciosa y enorme Luna que cada vez brillaba con más fuerza.






     -El ocaso es bonito pero, ¿por qué mirar el final de algo si se puede ver el comienzo de algo nuevo? Nunca nos fijamos en cuando la Luna nace. Somos conscientes de que está ahí, esperando su momento, sabiendo que tarde o temprano la luz del Sol solo llegara a nosotros gracias a ella, sacrificada durante el día para iluminarnos por la noche, oculta ante el brillo de los demás pero demostrando que a pesar de todo, es posible brillar si te lo propones. Hace de la luz del Sol algo más mágico si cabe, guiándonos, deslumbrándonos, moviendo mares y mundos con un simple reflejo; velando por nosotros mientras dormimos y cuidando de nuestros sueños cuando la observamos durante las noches en las que no podemos dormir.








     Miró sus ojos sorprendida. Sorprendida por la reflexión, por la intensidad que ponía en cada una de sus frases. Sorprendida al ver como esos dos ojos castaños le devolvían el brillo de la luna.








Más tarde, cuando las sábanas revueltas cubrían sus cuerpos desnudos, le susurró al oído una palabra que le hizo sonreír de oreja a oreja. Desde entonces, siempre que pueden, se pierden en la montaña o a orillas del mar para disfrutar juntos de un nuevo alunacer.


6 comentarios:

  1. ¡Qué bonito, David!. Me ha encantado todo. La belleza de las reflexiones sobre la Luna como emisaria de la luz del Sol. Pero esa pakabra final, alunacer, deberías patentarla. Un relato mágico.
    Un beso.

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  2. Todos deberíamos tener nuestros momentos mágicos y nuestras palabras cómplices que nos los recuerden. Los amaneceres y atardeceres no lo son menos que amarse bajo la luz de la luna.
    Un abrazo.
    P.D.- Si me permites una observación al margen del texto, en mi opinión resulta un tanto difícil leerlo, al ser blanco, sobre el destello brillante de las olas de fondo, excepto en la parte baja de la pantalla, cuya imagen es más oscura. Es solo una opinión personal.

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    1. Todos los tenemos, otra cosa es que los apreciemos lo suficiente cuando están sucediendo.
      Gracias por la observación, tengo pensado hacer varios cambios en el formato y en este caso tienes razón: por mucho que me guste así, no acaba de ser práctico.

      Un abrazo

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  3. Qué bonito y tierno relato-reflexivo, David. Es precioso de verdad. Creo que a partir de ahora yo también miraré a la luna de otra manera, :)
    Un beso.

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    1. La Luna es bonita la mires como la mires, lo importante es tener un rato tranquilo para poder mirarla (o admirarla, eso ya depende de cada uno)

      Un beso

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