El reloj de mi muñeca marcaba la misma hora que el del salpicadero: me quedaban siete minutos de margen. El autobús de las doce cuarenta salía de la parada dejándola libre para que yo pudiera ocuparla durante unos segundos en el momento de recogerlos. Giré a la derecha. Me gustaba aquella amplia avenida, custodiada por grandes castaños y llena de tiendas caras a ambos lados de la calzada. Siempre que podía paseaba por allí con Sonia, pero no dejábamos de sorprendernos de los precios que marcaban las prendas de los escaparates.
−Yo no me pondría ese vestido ni aunque me lo regalaran− solía decir ella.
No la creía. El vestido le encantaba y seguro que estaba preciosa luciéndolo con unos zapatos de tacón rojos que vimos poco después. “Será mi próximo regalo” me convencí a mí mismo. Cambié la emisora que sonaba en la radio.
La cadena de deportes que escuchaba hasta ese momento no era la más adecuada para la situación. Encontré una de música de mi época, “remembers” de temas de hace veinte años, cuando la música máquina sonaba en las discotecas y no nos importaba hacer quinientos kilómetros en una noche para ir al local de moda. Sin darme cuenta, fui acelerando hasta llegar a la parada del autobús con un minuto de antelación.
Bajé la ventanilla, encendí un cigarrillo y puse punto muerto sin detener el motor, pero el motor se paró. Traté de arrancar. La batería mandaba su señal, pero el resto del vehículo parecía no estar por la labor. Treinta segundos. Comencé a sudar, a temblar, pero no había manera de que el coche arrancara y el tiempo se acababa. El miedo me atenazó y decidí a salir, cerrar la puerta tras de mí y mezclarme con la gente justo en el momento en el que comenzó a sonar la alarma de un banco cercano. Sabía que para mis compañeros era una putada, pero sin automóvil tendrían que improvisar plan de huida y yo poco podía hacer para ayudarles…
Muy bueno, David. A veces las cosas salen así y cuando menos te lo esperas te falla el coche, que probablemente nunca antes lo había hecho, y te deja totalmente colgado. Espero que tus personajes puedan salir airosos y bien parados y la chica termine disfrutando del vestido y los zapatos.
ResponderEliminarUn beso.
Pues de entrada lo tiene complicado, al menos de momento!
EliminarUn beso
Interesante,me hizo recordar algo parecido en the black mirror.
ResponderEliminarMe encantó esa serie, pero no le recuerdo parecido a ningún episodio. Sin duda, me quedo con el del primer ministro y el cerdo: impactante.
EliminarBuf, espero que el día se enderece. La verdad es que acabo de llegar a tu blog y me ha encantado. Me quedo por aquí de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por la visita Rocio!!! Ten por seguro que me pasaré por allí a ver que cuentas.
EliminarUn abrazo
Pobre hombre,... ese vestido va a tener que esperar un poco,...
ResponderEliminarUn abarzo!
No se si poco o mucho, pero que va a tener que esperar sí que lo sé.
EliminarGracias por tu visita Norte.