Me encaminé, temeroso, hacia mi nueva vida. Para mí fue duro, tal vez para los que dejé atrás lo fue todavía más, pero no se trataba de algo que dependiera de mí. No había alternativa, así que intente afrontarlo todo de la forma menos traumática posible.
Comencé el viaje solo, aunque suene extraño, sabía que era la mejor manera de hacerlo. Abandonar a mi familia, mis amigos, abandonarla a ella en el momento en que parecía que todo cambiaba no era algo que habría elegido pero el destino tiene estas cosas. Lo que os cuento no era del todo real, no estaba completamente solo: Thor, mi fiel pastor alemán negro azabache, caminaba pegado a mi pierna derecha, como hacía siempre que paseábamos por la ciudad, transmitiéndome calor y dándome la fuerza necesaria para continuar avanzando.
Mi nuevo hogar me sorprendió gratamente. Esperaba un lugar lúgubre y sombrío, supongo que la mala fama le precedía, pero nada más lejos de lo que me encontré. Sí, es cierto que había algún barrio oscuro y triste, con habitantes con caras largas, aparentemente destinados al recogimiento y poco más, pero la música sonaba en algún sitio y me moví guiado por su sonido.
Al girar en la siguiente esquina, una explosión lo inundó todo. Un grupo de mariachis animaba el ambiente de una plaza adornada de punta a punta por mil banderas de colores. Gente cantando, bailando, con las caras adornadas con maquillaje y una sonrisa enorme propia de quien se sentía feliz. Antes de ubicarme, alguien colocó un sombrero de paja sobre mi cabeza, un vaso de bebida en mi mano e hizo que diese dos vueltas sobre mi mismo antes de perderse entre la multitud.
Una perrita blanca se acercó a Thor de forma seductora y él me miró pidiéndome permiso. Fue una lástima que viajara conmigo en el coche en el momento del accidente, pero la casualidad hizo que llegáramos aquí el uno de Noviembre. Nunca es un buen día para morir, pero puesto a elegir, mejor llegar el día de la fiesta grande…
No me parece una lástima que el pero viajara con el amo. Parece ser que ha encontrado buena compañía en la nueva vida de ambos.
ResponderEliminarFelicidades. Has escrito un lindo relato que, a pesar de que podría ser muy triste, transmite una visión positiva y festiva del tema.
Un beso.
Se agradece David que esa "transición" sea tan amable,... incluso para los perros. Norte ha estado en Méjico y Guatemala y créeme que son celebraciones relmente especiales.
ResponderEliminarUn abrazo!
Desde luego un viaje sin retorno y al que uno va sin poderse negar. Por lo menos, tanto él como Thor se encontraron con un ambiente muy agradable y acogedor. Veremos qué ocurre cuando acabe la fiesta de los difuntos, je,je.
ResponderEliminarUn abrazo.