martes, 15 de febrero de 2022

Nuestro bosque...

 

     El sol apenas se ha despertado cuando cojo el pequeño desvío que se adentra en la montaña. Ha sido una noche fría, no sé cómo estará el sendero, pero no es una ruta ni larga ni complicada así que dudo que suponga un problema. Aparcó en la cuneta, en el lugar en el que se ensancha ligeramente junto al cartel que informa sobre la fauna de la zona. Siempre te parabas a leerlos, aunque pasases mil veces por delante del cartel, siempre te parabas…

 

     Me adentro sin prisa en ese mar de árboles de colores. El otoño mezcla el verde de las especies perennes con los marrones rojizos de las que dejan escapar las hojas que crujen bajo mis pies con cada nuevo paso. Hojas muertas y húmedas que cubren el camino sin llegar a ocultarlo y rompen el silencio acrecentando la sensación de soledad que buscaba al salir de casa tan temprano. No me cruzaré con ningún humano, es lo último que me apetece esta mañana.

 


 

 

     Un pequeño cartel con el dibujo de un duende me advierte de lo que puedo encontrar si sigo adelante. Era una de tus fotos innegociables. La niña pequeña que habitaba en tu interior aparecía justo en ese momento, hacías la foto y corrías sobre los troncos que a modo de puente descansan un palmo por encima del cauce del riachuelo riendo a carcajada limpia. Unos metros río arriba, un cervatillo que intenta saciar su sed matutina levanta la cabeza y me observa. No se asusta, tan solo se sorprende de ese animal que camina erguido y parece completamente fuera de lugar caminando entre los árboles. Se gira y se pierde en la frondosidad trotando, sin que los arbustos que parecen inundarlo todo supongan un problema.

 

     El camino comienza a despejarse y picar hacia arriba. Esta zona rocosa, que siempre me resulta la más incómoda del trayecto, me hace poner toda la atención a cada paso que doy. El musgo que crece en la zona norte de las piedras unido a la humedad de la noche, provoca que no pueda disfrutar del paisaje que me rodea; de los caballos que sé que pastan unos pocos metros a mi derecha a los pies de una montaña con la cima nevada; de la pared cortada que me vigila desde la izquierda y que siempre quisimos escalar sin llegar hacerlo nunca; de la entrada ascendente a un nuevo bosque que tengo justo delante y representa la última etapa de mi camino.

 

     Al adentrarme comienzo a escuchar el sonido del agua, es un salto grande y en esta época del año el deshielo se encarga de hacerlo todavía más espectacular. Subo hasta el mirador desde el que casi se puede tocar el agua y recuerdo la primera vez que estuvimos allí. Comenzó a llover cuando estábamos llegando pero no quisiste dar la vuelta, incluso corriste el último tramo para llegar antes que yo y mirarme, triunfal, desde arriba. El agua mojaba tu pelo a pesar de la capucha roja que intentaba evitarlo, y te besé; temblando más por los nervios que por el frío, te besé. Fue el primero de muchos, pero fue el primero y fue justo aquí, al abrigo de las ramas bajas de este pino. Escarbo junto al tronco y me quito la cadena que sujeta los dos anillos que cuelgan de mi cuello. Siempre fuimos muy sencillos para estas cosas así que nos decidimos por dos anillos completamente lisos con una letra en su interior, el mío la de tu nombre, el tuyo la del mío.

 

     Deposito un pequeño saquito de piel en el agujero y el anillo con la “D” que te acompañó durante los últimos cuarenta años antes cubrirlo con tierra, sentarme en silencio y volver a colocarme la cadena con el otro anillo alrededor del cuello. Me parece escuchar tu voz, tu risa mezclándose con el sonido de la cascada. Ya tengo el rostro húmedo cuando comienza a llover.

 

 

24 comentarios:

  1. Precioso relato, David. Dulce y melancólico. Muy tierno.

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  2. Hola, David. Un viaje sensorial para honrar a la persona amada en un lugar importante para ambos. Un relato muy visual , melancólico y tierno, además de muy bien escrito. Mucha suerte en el concurso. Saludos.

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  3. Si señor, muy bien escrito. Se lee de seguido en una primera persona del presente, que no me suele gustar para relatar, sino son sentimientos. Hasta tres cuartos parece una simple excursion, pero luego , en el penultimo parrafo cuando cambias a segunda, ya se intuye que no es una excurdion. Y el final tierno tierno y bonito.
    Felicidades y saludos

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  4. Sensacional, David. Esa es la palabra con la que defino tu magnífico relato, porque eso es lo que he sentido al leerlo. Sensación y emoción. Me encantó.
    Un saludo.

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  5. Hola David, un relato lleno de sensaciones, añoranza, tristeza y melancólica. Una paraje lleno de emociones. Precioso. Un placer leerte. Abrazos

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  6. Muy bueno, nos sumerges en un mundo infantil y fantástico. Bien llevado, y ojo, la señal de peligro-duendes es esgtupenda.

    Un abrazo

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  7. Hermoso y melancólico relato, tierno y triste. Un relato lleno de amor, me gustó. Saludos.

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  8. Delicado y lleno de nostálgica belleza. Me ha gustado mucho cómo intercalas los recuerdos de ella con las imágenes naturales. Muy entrañable y conmovedor. Felicidades.
    Un abrazo y suerte :)

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  9. Melancolía pura y dura. Un relato tierno y triste, real como la vida vivida por nuestros protagonistas durante 40 años. Y el bosque en medio, como testigo silencioso de su amor.
    Un buen trabajo. Felicidades.

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  10. Gracias, David por darle a la soledad y a la melancolía, tanto color, tantos pequeños recuerdos felices.

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  11. Muy significativo relato que contiene varios ingredientes pero en especial el amor. muchos recuerdos se juntaron aqui

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  12. Precio, delicado, más que escribir has acariciado los sentimientos.
    Muy bien, David.

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  13. Bello, románticamente tierno y triste. Lo has sabido desarrollar de maravilla, haciéndonos seguir tus pasos a través de ese bosque que tantos recuerdos despierta.
    Y ese final tan poético es la ginda que corona el pastel.
    Un abrazo.

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  14. Se aprecia el sentimiento que desprende este relato, cargado de melancolía y añoranza por la persona amada que ya no está. El bosque y la naturaleza son un protagonista más, el tercero en discordia en esa relación de amor. Muy hermoso. Un abrazo, David!

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  15. Un viaje al interior de los sentimientos.
    Cuando la emoción de la tristeza inunda de melancolía nuestra existencia; es el momento de recordar lo bueno para nunca olvidar jamás lo vivido.
    Precioso.
    Un abrazo.

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  16. Hola, David. Un viaje lleno de nostalgia y de alegrías pasadas. Un ejercicio de mirar hacia el interior de uno mismo y encontrar esos recuerdos que se van desvelando con la imagen de experiencias vividas y homenajeadas.
    Es preciosos, muy conmovedor. Me encantó.
    Un abrazo!

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  17. Hola, David. Un relato que derrocha mucho amor, de los verdaderos, de los que se han disfrutado y seguirán durando. Muy simbólico el acto de enterrar el anillo allí donde se besaron por primera vez. Me ha gustado. Un abrazo.

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  18. Hola, David. Nostálgico relato enmarcado en la Naturaleza, como madre de todos los sentimientos que su presencia invoca, dando continuidad a una extinta relación. Saludos y suerte.

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  19. Una narrativa que evoca sentimientos y emociones de un amor. Saludos cordiales desde Venezuela de Raquel Peña. Perlas narrativas.

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  20. Cuanta ternura se encierra en esta historia,se percibe como la nostalgia invade a tu personaje.
    Que bonito el detalle de enterrar los anillos .
    Me gustó mucho
    Un abrazo David
    Puri

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  21. Muy emotivo. Da gusto que alguien tenga amores tan profundos. Me ha gustado mucho todo ese recorrido hasta el lugar donde deposita el anillo. Ha sido como atravesar el bosque contigo.
    Suerte en el concurso.
    Un saludoñ

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  22. Mientras leía, tuve varias ideas de quién era el protagonista, pero ninguna acertada, primero pensé que se trataba de un duende, luego de algún animal del bosque, incluso llegué a pensar que se trataba del lobo de Caperucita Roja. Pero resultó ser un hombre viudo que despertó una gran empatía y melancolía, que volvió a ese bosque lleno de recuerdos de su amor.
    Buen relato.
    Suerte en el concurso.
    Un saludo.

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  23. Hola, David. Un recorrido por el bosque lleno de nostalgia. El paisaje, en una época en que se viste con tonos rojizos, evoca los recuerdos del narrador. Precioso y melancólico relato. Saludos y suerte en el Tintero

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  24. Muy emotivo relato.
    Lagrimas bajo la lluvia.
    Saludos.

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