Era
reticente a comprármelo, pero tengo que reconocer que mi nuevo sillón es cómodo.
Mucho más mullido que la vieja butaca azul y al ser eléctrico, no tengo que dar
esos golpes que propinaba antes para subir el reposapiés. La mancha de café que
adorna la parte derecha es un recuerdo de que a mamá le costaba más que a mi
echar el respaldo hacia atrás. La pobrecilla siempre dice que ahí está muy
agustico, pero hasta lograr la posición que le gusta, tiene que coger impulso
una y otra vez. Con este todo le resultará más sencillo.
Luego
bajaré el viejo para que se lo lleve la brigada del Ayuntamiento; mi hermano
vendrá a ayudarme esta noche. La de siestas que me he echado en él durante los
últimos… ¿Cuántos años han sido? ¿Veinte? ¡Madre mía! Cuántas palomitas que
habré comido tapada con una manta a media tarde. Creo que fue de los primeros
muebles que entraron en casa, cuando todavía estaba con David… No puedo evitar
sonreír. Menos mal que no puede hablar de las horas que pasamos los dos
mezclándonos sobre esa sufrida tapicería. Momentos de pasión que dudo que el
moderno sillón aguantara. ¡Los muebles de hoy en día no son como los de antes!
Seguro que este no soportaría más de cuatro o cinco meneos.
¡Y la
de gente que se ha sentado ahí! Gente de todos mis grupos que espero que
estrenen pronto mi nueva adquisición. Otros no sé si llegarán a probarlo, las
distancias a veces son difíciles de salvar, tanto las geográficas como las que
nosotros mismos nos ponemos. Algunos se sentarán sin que los vea y me
observarán hablando a las plantas mientras riego; comprobando de primera mano
que soy tan feliz como me empeño en explicarles cuando les llevo flores. Sigue
teniendo encima ese cojín que me regalaron por mi cuarenta cumpleaños y que tan
mal combina con el color del nuevo sillón. Lo que nos llegamos a reír aquella
noche mientras todos lo firmaban entre tequilas y melodías de series de dibujos
animados que cantábamos en un dulce intento de regresar a la infancia…
Creo
que voy a llamar a mi hermano para que no venga. Tengo que desprenderme de él,
pero no es el momento. Todavía no.
;)
Por mucho que sea una voz femenina —o quizás precisamente por eso— suena a gato (o sea: asunto personal) encerrado, jajaja. Qué bueno, David, si ese sofá hablara...
ResponderEliminarTal vez el guiño del final me delata!!
EliminarUn beso rapariga!
Hola, David. La historia de una vida la escriben los objetos cotidianos que nos acompañan. Y el sillón, o el sofá, son nuestros tronos. Suelo decir que la distancia hasta la felicidad es inversamente proporcional a la distancia que me separa de mi sofá. Un abrazo!!
ResponderEliminarYo he tenido momentos muuuuuuuy felices en el mío, y es bastante nuevo, así que de aquí a unos años promete.
EliminarUn abrazo
Jajaja. Yo también hice, no hace mucho, ese cambio. Y aunque el nuevo sillón eléctrico es una maravilla, cuando voy a casa de mi cuñado, que en mi caso fue quien se lo quedó, lo miro con cariño y nostalgia. A veces tomamos mucho afecto a simples objetos que nos han acompañado muchos años y han sido nuestros fieles servidores.
ResponderEliminarUn abrazo.
A un compañero de trabajo le enmarqué un cutter que había perdido y se lo regalé en su cumpleaños. Llevaba quince años cambiando la cuchilla del aparatito y cuando lo enconté, pensé que era la mejor forma de jubilarlo.
EliminarUn abrazo
Precios micro!! Cómo hay cosas que nos acompañan en la vida, que cargan recuerdos que se vuelven una parte de nosotros...
ResponderEliminarUn placer leerte, me dejaste con una sonrisa.
Abrazo!
Si te hice sonreir ya puedo decir que valió la pena escribirlo.
EliminarUn abrazo
Yo diría que la carga emocional que tiene ese sillón necesita de cierta preparación para desprenderse de él. Quizás guardando una foto... Yo lo hago con algunas cosas :))
ResponderEliminarUn micro entrañable, David.
Lo de la foto es muyyyy buena idea!!!!
EliminarGracias por la visita Julia.
Un abrazo
Muy bueno, refleja perfectamente cómo nos encariñamos con las cosas y llegan a ser una parte más de nosotros mismos.
ResponderEliminarUn abrazo y sigue así.
A veces más que con las personas!!!
EliminarGracias por los ánimos y la visita y, por supuesto, bienvenid@ a mi embarcadero!!!
Un abrazo
Es curioso ver como ciertos objetos parecen de la familia, con todo lo que se ha vivido con ellos, cuesta desprenderse de ellos. A veces he pensado en si pudieran hablar todo lo que contarían.
ResponderEliminarBesos
Hay cosas que tienen que quedar entre el tresillo en cuestión y los protagonistas. Mejor que no hablen!!!!!
EliminarBesos
Cuánto podrían contar los muebles que han envejecido con nosotros... Viejos sí, pero no inútiles ni prescindibles.
ResponderEliminarMueble, cuadro, lugar... hay cosas que vivirán siempre con nosotros, aunque no estén presentes.
EliminarUn abrazo Bruno.