La luz de la mañana comienza a
filtrarse por los escasos agujeros que quedan abiertos en la persiana que
protege la ventana de mi habitación. Uno de los rayos cruza el habitáculo para
aterrizar en mi rostro y lograr desvelarme mientras el resto, baña la parte
vacía de la enorme cama que ocupo. Estoy solo y lo que es peor: te echo de
menos.
Miro
la parte del colchón que solías ocupar y te imagino despertando. Abriendo esos
preciosos ojos con la eterna sonrisa adornando tu cara e iluminando todo lo que
te rodea. Te acercarías con el pelo revuelto,
me darías los buenos días con tres dulces besos justo antes de lanzarte
riendo sobre mí y provocar una de esas batallas cuerpo a cuerpo que tanto nos
ayudaban a afrontar el tiempo que estábamos sin vernos. No había mejor forma de
comenzar la mañana ni nada que pudiese lograr pintar de tristeza el resto del
día.
Pero
ya no estás. Marchaste hace cien vidas y por mucho que busco, tu silueta no se dibuja
entre las sábanas. Tu pelo no se recorta en mi almohada. Tu olor no inunda mis
pulmones alegrándome la existencia.
Aspiro
aire profundamente, pero sólo el aroma del café me devuelve a la realidad. Estás
ahí. Observando divertida desde el quicio de la puerta con una taza en la mano.
Saliste de mi cama para preparar el desayuno y la tortura se ha prolongado
durante diez minutos eternos. Sigues mirándome sin avanzar. Tres metros nos
separan, todo un mundo. Me duele en el alma tenerte tan lejos.
Melancólica y hermosa narración.
ResponderEliminarGracias Marijose!!!
EliminarBueno vaya giro. Nos imaginábamos que la amada se había ido para siempre o incluso que se había muerte, pero el amor del protagonista es tan fuerte que es añoranza de no tenerla cerca durante unos minutos.
ResponderEliminar¡Estupendo David!
Un abrazo.
Unos minutos, unos centímetros, pueden ser un mundo si no podemos tener cerca a la persona amada.
EliminarUn abrazo!!
David, ciertamente nos has sorprendido con el final. Me alegra que sea así. Me gustan los finales felices. Muy tierno y emotivo. Un abrazo.
ResponderEliminarSiempre es mejor un final feliz!!!! Muchas gracias Ana.
EliminarUn abrazo
Pegamento de contacto le recomiendo a tu protagonista... Bromas aparte, ¡pedazo romántico que estás hecho, David! Ahora entiendo tu foto de perfil. Muy bonito, por cierto, el relato. ¡Besos!
ResponderEliminarP.S.: sigo atenta a lo que me espera...
Sí, reconozco que a veces soy un poco blandito.
Eliminar:)
Y es que diez minutos pueden ser una eternidad. Magnífico relato David!
ResponderEliminarGracias!!!!
EliminarToda una vida
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