miércoles, 7 de diciembre de 2016

EL INTERNADO



No me gusta el puré. Ellas se empeñan en que me lo coma, pero nunca me ha gustado, así que no pienso comerme ese plato. Un par de cucharadas y lo removeré todo para que no me insistan tanto. Cuando estoy en casa tampoco me como el que me hace mi madre. No me gusta esa sensación pastosa en mi boca y casi siempre es de verduras y tiene hilos verdes que me provocan arcadas. Si estuviese con mi abuela todo sería distinto. Seguro que me haría algo rico porque a ella le encanta mimarme y siempre me da chocolate con pan para merendar. Aquí nunca me dan chocolate.

Hoy me levanté con la cama mojada. Dicen que es normal, que a los que venimos nuevos al internado suele pasarnos, pero a mí me ha dado mucha vergüenza y la señora que ha tenido que limpiarlo me ha mirado con mala cara. Una de las profes ha estado hablando conmigo mientras paseábamos por el patio y al volver a la habitación las sabanas limpias ya cubrían el colchón. Me he dejado caer de golpe y he rebotado un poco. Ha sido una sensación agradable notar elevarse mi cuerpo entre el olor a flores que desprendía la ropa limpia. Es cómoda, pero realmente, no es mi cama…

¡Esta tarde he hecho una nueva amiga! Es una niña guapísima, muy simpática con la que he congeniado en seguida. Parecíamos viejas amigas, jijijiji!!!!. Hemos estado paseando por el patio y nos hemos sentado un rato junto a la fuente del jardín trasero. No paraba de hablar de su cole y su familia y de lo que le gustaría que pudiéramos estar juntos. Por un momento me ha encantado la idea, pero lo que yo quiero es terminar y volver a casa con mi madre. Cuando se iba me dio un abrazo y dos besos y me dijo “Hasta el domingo abuelita” ¿Te lo puedes creer?  ¡Está como una cabra!
Su mamá me miraba con ojos tristes y me dio un beso en la mejilla al despedirse.

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