No me gusta
el puré. Ellas se empeñan en que me lo coma, pero nunca me ha gustado, así que
no pienso comerme ese plato. Un par de cucharadas y lo removeré todo para que no
me insistan tanto. Cuando estoy en casa tampoco me como el que me hace mi
madre. No me gusta esa sensación pastosa en mi boca y casi siempre es de
verduras y tiene hilos verdes que me provocan arcadas. Si estuviese con mi
abuela todo sería distinto. Seguro que me haría algo rico porque a ella le
encanta mimarme y siempre me da chocolate con pan para merendar. Aquí nunca me
dan chocolate.
Hoy me
levanté con la cama mojada. Dicen que es normal, que a los que venimos nuevos
al internado suele pasarnos, pero a mí me ha dado mucha vergüenza y la señora
que ha tenido que limpiarlo me ha mirado con mala cara. Una de las profes ha
estado hablando conmigo mientras paseábamos por el patio y al volver a la
habitación las sabanas limpias ya cubrían el colchón. Me he dejado caer de
golpe y he rebotado un poco. Ha sido una sensación agradable notar elevarse mi
cuerpo entre el olor a flores que desprendía la ropa limpia. Es cómoda, pero
realmente, no es mi cama…
¡Esta tarde
he hecho una nueva amiga! Es una niña guapísima, muy simpática con la que he
congeniado en seguida. Parecíamos viejas amigas, jijijiji!!!!. Hemos estado
paseando por el patio y nos hemos sentado un rato junto a la fuente del jardín
trasero. No paraba de hablar de su cole y su familia y de lo que le gustaría
que pudiéramos estar juntos. Por un momento me ha encantado la idea, pero lo
que yo quiero es terminar y volver a casa con mi madre. Cuando se iba me dio un
abrazo y dos besos y me dijo “Hasta el domingo abuelita” ¿Te lo puedes
creer? ¡Está como una cabra!
Su mamá me
miraba con ojos tristes y me dio un beso en la mejilla al despedirse.
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