miércoles, 1 de febrero de 2017

PILOTO 27



     Nunca había trabajado con niños. De hecho era algo que le habían propuesto más de una vez (en algunos clubs es habitual que los jugadores del primer equipo trabajen con el fútbol base para complementar su sueldo) pero no le había llamado la atención. No se imaginaba intentando que un grupo de críos hicieran caso de sus instrucciones y no se veía con ni con la paciencia ni con la madurez suficientes para conseguir enseñar algo bueno a las generaciones venideras. Era un nuevo reto. Se lo decía a si mismo mientras veía como los chavales estiraban después de su segundo entrenamiento con ellos. La mayoría llevaban dos o tres años en la escuela del club y las enseñanzas de sus anteriores entrenadores había logrado crear en ellos hábitos de trabajo que facilitaba en gran manera la labor de David.



-   ¡Buen entreno para acabar el año chicos! – exclamó mientras entraban al vestuario- Toca disfrutar de las vacaciones y nos vemos después de reyes. ¡No os paséis con los turrones!



Al salir de su vestuario Mario le estaba esperando para volver juntos a la pensión. El pequeño era con diferencia el jugador con mayor talento que tenía. Cuando lo conoció le llamó la atención su madurez a la hora de hablar con los adultos, pero después de verlo jugar, creía realmente que si se daban los factores adecuados podía llegar a ganarse la vida con el balón. No sabía si como jugador o como entrenador, pero veía cosas dentro del campo que la mayoría de gente ni se planteaba. Un auténtico don que tendrían que pulir a base de paciencia, trabajo duro y diversión, al fin y al cabo, no dejaba de ser un crio.



-   ¿Cuándo te vas de la pensión?

Se lo preguntó con la cabeza agachada. Como si no quisiera que el catorce viera la tristeza que se dibujaba en su pecoso rostro



-   Durante esta semana y la que viene me iré llevando algunas de mis cosas y compraré lo justo para poder instalarme con Sergio. Creo que nochevieja será la primera noche que duerma allí.



-   Pero cenarás con nosotros, ¿no?



Un aliento humeante les acompañaba cada vez que abrían la boca. Hacía tiempo que había anochecido y en cuanto el Sol se despedía, el frío aumentaba de forma considerable ayudado por la humedad que provocaba la cercanía de unos ríos que en breve crecerían de forma considerable ayudados por el deshielo de la nieve que cubría la sierra



-   ¡Por supuesto!. Es una noche para pasar en familia, y en casa de tus abuelos todos somos parte de la familia, ¿no?



En la cara del pequeño se dibujó una sonrisa que les acompañó el resto del camino.


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