Tenía que
reconocer que el reencuentro con Silvia no le resultó tan indiferente como él
creía. A pesar del tiempo que había pasado, ella seguía preciosa y aunque
durante toda la charla estuvo seria, al final se le escapó alguna sonrisa al
recordar andanzas de sus años de novios. No hubo recriminaciones ni reproches,
tan solo parecía una reunión de viejos amigos.
Tal como le había comentado por teléfono,
el nuevo cargo que le habían otorgado en su empresa le obligaba a viajar
constantemente y durante una temporada estaría mucho tiempo fuera de casa. Su
primera opción habrían sido sus padres, pero la salud de su madre no pasaba por
un buen momento y temía que el estrés de tener al niño en casa le provocará
problemas innecesarios, así que, David tendría que pasar con él por lo menos el
tiempo que restaba de curso, luego ya buscarían una solución.
Quedaron en que los padres de Silvia le
llevarían al niño a la semana siguiente. Su avión salía el viernes de Madrid,
así que harían noche allí después de despedirse y a la mañana siguiente
bajarían en coche para que David se hiciera cargo de su hijo.
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