Toda
su vida había temido el momento de su jubilación. Acostumbrado al bullicio de
las aulas, la tranquilidad que reinaba en su pequeño apartamento le resultaba
extraña, incluso incómoda, por momentos. Entre los libros había encontrado el
lugar ideal para dejarse llevar y mantener su imaginación activa, así que, como
cada domingo, se enfundó en su vieja chaqueta de piel y se encaminó hacia el
mercadillo que montaban junto al mercado de San Antoni.
Allí
había todo tipo de ejemplares nuevos y usados a precios bastante asequibles,
incluso para un pensionista como él. Paseaba entre los puestos sin saber lo que
buscaba. Ni siquiera tenía claro si estaba buscando algo. Miraba portadas, leía
títulos y si alguno llamaba su atención lo cogía para observar la contraportada
y las solapas. El autor le resultaba indiferente, lo que de verdad le hacía
decantarse estaba en el interior. Abría el libro con mimo y aspiraba el aroma
que emanaba de sus hojas. Se alimentaba del perfume de las historias, del olor
del café del desayuno en la Piazza San Marcos o del de las especias que
inundaban el ambiente de un mercado en Marrakech. Algunas veces su relación con
el libro iba más allá, pero casi siempre era algo efímero y volvía a depositar
el ejemplar sobre la mesa antes de seguir caminando sin rumbo.
Unos
metros más adelante, otro título llamaba su atención. Una fuerza incontrolable
lo guiaba hacia él obligándolo a abrirlo y respirar profundamente entre sus
páginas con la ansiedad de querer inhalar algo distinto, algo que le indicase
que ese debía de ser el elegido para acompañarlo durante las próximas noches.
¡Ay, el Mercado de Sant Antoni! No concibo un lugar mejor para pasar las mañanas de los domingos, a ver si terminan la obra y vuelve pronto a su ubicación tradicional. Un relato que te aseguro me ha puesto los dientes largos, la jubilación es la época en la que podemos por fin ser nosotros mismos, disfrutar de momentos que el trajín diario nos hacía imposibles, hacernos escuchar el llamado de un libro que espera paciente a que vayamos a buscarlo. Un abrazo!
ResponderEliminarPasé por allí la semana pasada, pero ya estaban desmontando los puestos. En Sant Jordi fui a BCN solo para repirar el ambiente, pero aunque era bueno, había demasiada gente para mi gusto.
EliminarUn abrazo
Tener tiempo es un lujo pero ese lujo hay que saberlo disfrutar y tu protagonista ha encontrado una buena manera revolviendo entre esos libros, buscando joyitas que le hagan viajar a cualquier lugar del mundo o de la imaginación y es que los libros a veces parecen hablar.
ResponderEliminarBonito homenaje a los queridos libros.
Besos
Gracias Conxita!! Hay veces que las prisas nos impiden disfrutar de según que cosas, pero es lo que toca en la vida que tenemos.
EliminarPetonets
Ay, el mercado de Sant Antoni, cuántos recuerdos me trae de mi niñez y adolescencia. Más de un libro viejo me compré con mis exiguos ahorros. Pero eso de inspirar profundamente entre sus páginas tenía una pega: los estornudos por culpa del polvo acumulado, jajaja.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y más ahora, que las alergias están a la orden del día!!!
EliminarUn abrazo
Un interesante criterio para elegir lecturas, y también muy original. Las buenas historias bien contadas tienen el poder de transportarnos; tu protagonista tiene una relación especial con los libros y va un pasito más allá. Sería genial poder experimentar lo que él :))
ResponderEliminar¡Un abrazo, David!
Yo tampoco llego hasta ese punto!!! Los títulos y las portadas me suelen embaucar cuando son libros o autores que no conozco.
EliminarUn abrazo
El título para mi tiene que ser de lo más sugerente,... ese suele ser en muchos casos el camino que guía a mi mano. Estupenda entrada David!
ResponderEliminarYo también suelo fijarme en el título. Me he llevado gratas sorpresas con autores poco conocidos gracias a un buen título.
EliminarUn abrazo