Ese estornudo estrepitoso le hizo saltar una lágrima de dolor. Se pasó el pañuelo por la nariz y después lo miró. Entre el líquido resbaladizo que acaba de expulsar encontró restos de sangre. Miró el billete enrollado que había junto a la funda del CD y se dio cuenta que uno de sus extremos también estaba teñido de carmesí. “No sé por qué sigo con esta mierda” se dijo a si mismo mientras bajaba las ventanillas y encendía el último pitillo de un arrugado paquete de tabaco. El ambiente dentro del coche estaba cargado hasta el extremo, así que agradeció el aire frío de Noviembre que entró sin piedad al interior. Respiró profundamente, lo que le provocó un incontrolable ataque de tos. “De verdad que no sé por qué sigo con esta mierda”.
Todo
comenzó cuando Marta rompió con él… ¿o Marta rompió con él porque había
empezado todo? De un modo o de otro, su perdida y las malas compañías habían
hecho que algo esporádico se convirtiese en una necesidad. Más de una vez le
habían invitado a salir de discotecas al pillarlo los guardias de seguridad
consumiendo en el lavabo ¡cómo si lo que él hiciera fuese problema de los
demás! Pero esa noche había sido peor. Al abandonar el local acompañado por los
gorilas se cruzó con ella. Llevaba meses sin verla. Sabía que volvía a tener
pareja porque la seguía en varias redes sociales, pero cuando vio la mirada de
rechazo en sus ojos fue cuando se dio cuenta de que esto tenía que terminar. No
dibujaban alegría por volver a verlo, ni siquiera pena por verlo en esa
situación. Esa noche se había dado cuenta que la había perdido para siempre.
Dio una
nueva calada al cigarrillo y expulsó el humo al exterior. Los primeros rayos de
sol comenzaban a iluminar las solitarias calles de un polígono industrial que
no esperaba mucho más movimiento esa mañana de domingo. Algunas nubes se
aproximaban desde las montañas pero no amenazaban con descargar lluvia, al
menos de momento. Volcó lo poco que quedaba en la pequeña bolsa de plástico
sobre la funda del Cd y se dispuso a picar la cocaína con más interés del que
le había otorgado las veces anteriores. Volvió a coger el billete manchado de
sangre y lo lió antes de sonarse la nariz con ese pañuelo demasiado mojado para
poder limpiar algo. Esnifó profundamente y el polvo blanco desapareció de la superficie.
Arrancó el coche y se dispuso a conducir camino a casa de sus padres. “La
última vez. Tengo de dejar esta mierda”.
Me ha encantado el final, drogado mientras conduce diciéndose que es la última vez. ¿Tendrá una nueva oportunidad? ¿O quizá es como quien se lanza al vacío y se arrepiente antes de estrellarse contra el suelo? Muy buen relato en el que reflejas cómo la droga con sus encantos mentirosos nos puede destruir. Un abrazo!
ResponderEliminarEsta mañana me han dicho que tal vez si que fue la última vez: la última vez que lo decía, la última que se drogaba, la última que conducía un coche...
EliminarGracias por pasarte tocayo
Un abrazo.
Y vuelta a empezar. Remordimiento, acto de contrición y otra dosis, siempre la última. El monstruo de la adicción caso siempre acaba ganándole la partida a las buenas intenciones. NI siquiera la posibilidad de poder recuperar a su antiguo amor le detendrá. Unadramática situación muy bien descrita a modo de relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Supongo que hace falta más que la simple fuerza de voluntad.
EliminarUn abrazo.
Siempre "la última vez" nunca es "la última vez". Buen texto. Agradable final
ResponderEliminarTu eres nuevo por aquí? Bienvenido!!Hay gente que ha visto el final más negro que tú. Yo me quedo con un gris clarito.
EliminarGracias por la visita y vuelve cuando quieras.
Euforia rápida y momentánea,... ficticia sensación de bienestar,... por eso la mayoría de las veces nunca es la "última vez". Estupendo relato David!
ResponderEliminarSiempre es la última vez, hasta que llega la siguiente!!
EliminarUn abrazo
Es el drama de las adicciones, que aún siendo conscientes de que nos esclavizan y nos destrozan la vida, no podemos dejarlas. ¿Alguna vez funcionará lo de prometer que lo dejaremos mañana?
ResponderEliminarMuy buen relato, David. Duro pero tan real...
¡Un abrazo!
Gracias Julia!!
EliminarOtro abrazo enoooooorme para ti
Siempre será la última vez y se repite y se repite. Pero él no sabe que la última vez estará próxima. Muy buen relato como es costumbre. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Maria del Carmen!! Es dificil salir de según que círculos.
EliminarUn abrazo
Esa frase tremenda del final es la que se dice todo el que es adicto a algo y es demoledora, porque es el inicio del bucle, de nuevo.
ResponderEliminarCrudo y estupendo relato.
¡Un abrazo, David!
Gracias Ziortza! La vida no es siempre rosa...
EliminarUn abrazo
Muy duro y muy contundente y realista ese la última vez, una última vez que vuelve a comenzar y se buscan excusas o se encuentran razones para seguir intoxicado y no pensar.
ResponderEliminarMuy crudo pero muy bien contado.
Besos
Gracias Conxita!!! El ser humano es experto en buscar excusas y encontrar razones.
EliminarPetonets!
Cuántas vidas destrozadas por las adicciones, ya se llamen alcohol, tabaco o cocaína. Un drama actual que tratas con la maestría a la que nos tienes acostumbrados, sin extenderlo sin razón de ser.
ResponderEliminarUn saludo.
Demasiadas, y por desgracia no solo la de los adictos. Arrastran a demasiada gente de su alrededor.
EliminarUn abrazo
Algún día será el último pero puede que ya no lo disfrute, con este relato plasmas una realidad que esta vigente y que es difícil erradicar .
ResponderEliminarUn saludo David.
Puri
Gracias Puri!!!
EliminarBuen relato, David. La dura realidad de la adicción, se refugia en la excusa y se promete un ultimatum, que casi siempre le llega envuelto en un mal final.
ResponderEliminarUn placer leerte ¡Hasta el próximo!
Gracias Carmen!! Pásate por aquí cuando quieras
Eliminar¡Qué penita! Sí, he imaginado que era la última vez.
ResponderEliminarNos seguiremos leyendo.
Un abrazo
Es difícil tomar la decisión, pero es necesario.
EliminarUn abrazo
¡Hola,David!
ResponderEliminarDemoledor, impactante y descorazonador relato. Demoledor porque la última vez puede ser la próxima raya de cocaína. Impactante porque haces una crítica social y descorazonador porque existen los traficantes que no les importa jugar con la vida de otros.
Un abrazo literario.
Gracias Lola!!!
EliminarUn abrazo
Así se escribe David. En esta ocasión sin adornos ni florituras. Conciso, claro y preciso. Sin más. En rojo y blanco (sangre y cocaína)
ResponderEliminarSi este relato hubiera participado en Tintero (ya sé que estás castigado), sin duda habría sido uno de mis preferidos.
Buen trabajo colega.
Gracias!!!!! Acabas de alegrarme el sábado, que lo sepas
EliminarUn abrazo
Me ha molado. También se debe escribir sobre los perdedores.
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