Era una tarde cualquiera en el aula de segundo de primaria cuando las
detonaciones que sonaron en el exterior nos hicieron estremecer. Nos metimos
bajo las mesas temblando, apiñados unos con otros con el miedo pintado en la
cara y la débil convicción de que nada nos pasaría si permanecíamos juntos.
Dentro de la sala se hizo un silencio que contrastaba con el ajetreo del
exterior hasta que una voz lo rompió.
Era la voz dulce y calmada de nuestra profesora, que como siempre en estas
situaciones, sabía qué hacer y decir para que nuestra mente se evadiese por
unos instantes de la triste realidad.
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Las primeras
lluvias primaverales habían creado una fina capa de barro en las partes del
bosque que no estaban cubiertas de hierba. El olor a tierra mojada, unido a la
fragancia que emanaba de las plantas que pronto se llenarían de flores, hacía
que un agradable frescor inundase el ambiente. Allí, en la parte del bosque en
la que el lodo era más fino, dos gusanos se arrastraban alimentándose. Uno, el
típico gusano de tierra, marrón y gordo, se alimentaba de limo y sin ningún
tipo de miramiento animaba a su pequeña compañera a hacer lo mismo. A Luna (así
le gustaba que la llamasen) no le gustaba el barro, ni arrastrarse y mucho
menos, su compañero, pero era el único gusano que conocía. A su lado se sentía
segura; sabía cómo evitar a los pájaros embadurnándose en fango y mimetizándose
con el entorno, pero siempre la trataba de tonta. Cuando ella le explicaba que
le gustaría salir del bosque o subir a los árboles para ver que había lejos de
allí, él se encargaba de destrozar sus sueños a fuerza de hacerle comer barro.
Luna no soportaba el barro. Ella quería volar.
Una mañana
que lloraba sola bajo un árbol, una pequeña abeja se detuvo a su lado. Era la
primera vez que alguien se preocupaba por ella. Entre sollozos le contó su
historia, sus miedos, esos sueños que escondía en lo más profundo de su mente
como algo utópico. Chispa, así se llamaba la abeja, le sonrió.
−Tranquila, el tiempo y nuestros actos ponen a cada uno
en su lugar. Nunca renuncies a tus sueños, es más, conviértelos en objetivos y
camina hacia ellos. Tú no eres como ese gusano. Tus ojos destilan alegría
incluso cuando estás triste y, a pesar del barro que te envuelve, tienes un aura
que lo traspasa y te hace especial.
Tenía mucho
frio y Chispa tenía que marchar, pero antes de irse, llamó a tres compañeras
que cubrieron al pequeño gusano con un par de hojas para protegerlo de posibles
ataques. Luna se hizo un ovillo y con el mensaje de esperanza todavía en su
mente, se quedó dormida.
La abeja
reina destinó a Chispa a colonizar otra zona del bosque, así que pasaron varios
días hasta que pudo volver a visitar a Luna. No había nadie donde la habían
dejado ni rastros de gusanos en el barro cercano. Una madeja abierta cerca del
árbol le sorprendió a la vez una voz le llamaba unos metros sobre su cabeza.
Era la mariposa más bonita que había visto en su vida. Sus alas de mil colores
parecían esparcir polvo de hadas en cada movimiento y el brillo de su enorme
sonrisa solo se podía comparar con el de esos ojos felices y ávidos de seguir
aprendiendo, de seguir creciendo, de seguir siendo ella.
Voló con
Luna por el bosque haciendo mil piruetas y posándose delicadamente en las
flores más bellas. Se elevaron por encima de las copas de los árboles para ver
que había más allá del bosque y bajaron al barro. El gusano seguía
arrastrándose y engordando, pero ahora lo hacía solo. Luna no le dijo nada, tan
solo se acercó y voló sobre él para asegurarse que la reconocía. Le demostró
que ella tenía razón, que ahora era feliz y que ni él ni nadie podrían hacer
que eso cambiara. Nunca volvería a visitarlo. Habiendo tantas cosas por
descubrir en el mundo no malgastaría su tiempo con un mal bicho.
Se elevó
hasta donde estaba Chispa y se alejaron volando. Se hacía de noche y su amigo
tenía que volver a la colmena.
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En el exterior volvía a reinar la calma. No sabíamos en que momento las armas
habían dejado de disparar ni lo que nos encontraríamos a la salida de clase,
pero estábamos tranquilos. Nadie nos cortaría las alas.
Buenas, David.
ResponderEliminarUn relato muy bonito y con una moraleja llena de esperanza. Me ha gustado.
Un saludo.
Bonito relato con enseñanza final David,...
ResponderEliminarMaravilloso relato. En todos lo sentidos. El sueño de la oruga que termina siendo mariposa y la esperanza de libertad de los niños a pesar de la incertidumbre de lo que les espera fuera, se mezclan como una misma promesa de esperanzas cumplidas. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn beso.
Encantador relato, David, tanto por su contenido como por su lenguaje y sus descripciones.
ResponderEliminarHe suprimido la pabra Búho del título de mi historia asi que es probable que al entrar te digan que la página no existe, pero sobre el margen derecho aparece el título actual. Eso, por si quieres pasarte, claro.
Un abrazo y suerte
Alguna vez hemos sentido lo mismo que luna, que nuestro destino es otro al de arrastrarnos por el fango de la rutina, la desidia y el abatimiento. tenemos alas y habremos de descubrirlas.
ResponderEliminarBonito cuento dentro de una cruda realidad de guerra.
Un abrazo.
Precioso, David. Me ha gustado muchísimo, tanto el tono de cuento clásico con que está escrito como el fondo de la historia y ese brillo de esperanza que deja al final. Muy muy bonito.
ResponderEliminarHola, David. Soy Beri. Precioso relato, con un lenguaje muy cuidado. Felicidades y mucha suerte. Un abrazo.
ResponderEliminarUna bella moraleja y una historia entrañable, David.
ResponderEliminarUn abrazo
Un relato que fabrica sueños de esperanzas en cada una de sus descripciones.Una metamorfosis social que urge para un mundo en paz.Saludos desde Venezuela
ResponderEliminarUn relato muy bonito donde la ilusión de la oruga se cumple convirtiéndose en mariposa. Está está lleno de esperanza. Un abrazo.
ResponderEliminarOjalá ei tiempo acabara siempre poniendo a cada uno en su lugar. Lo que sí es absolutamente cierto es que nunca debemos perder la esperanza ni renunciar a nuestros sueños. La guerra, como la naturaleza, sigue su curso, pero si el final de aquella es incierto, el de esta siempre tiene un mismo final, como el de la oruga que acaba convirtiéndose en mariposa. Me ha encantado este cuento tan bien narrado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bonita forma la de esta profesora de hacer olvidar el miedo de sus alumnos y a la vez animarlos a perseguir sus sueños. Me ha gustado mucho, David.
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte en el Tintero.
Muy didáctico para unos niños atemorizados por lo que está ocurriendo fuera. Bellísima fábula que te atrapa con la ternura, la paz y la luz de un lugar mágico donde esa Luna maravillosa logra superar todos los miedos y volar. Su gran sueño.
ResponderEliminarFelicidades, David, y suerte en el Tintero.
¿Qué le quedan a los niños de la guerra salvo los sueños? La profesora es intuitiva, inteligente, sensible, valiente. Con voz dulce y calmada le cuenta un cuento a sus alumnos abriéndoles una ventana alejada de la realidad que tristemente viven. Los niños no saben que es una alegoría, solo saben que es un cuento que hace olvidar las detonaciones.
ResponderEliminarComo siempre, David, en tu misma línea sensible.
Nos vemos en la gala compañero. No olvide llevar las alas.
Bonito cuento, de esos que se deberían seguir contando a los niños. Me quedo con esta frase: "El tiempo y nuestros actos ponen a cada uno en su lugar. Nunca renuncies a tus sueños, es más, conviértelos en objetivos y camina hacia ellos". Moraleja muy acertada.
ResponderEliminarUn saludo, David.
Hola David, un bonito cuento donde también las apariencias engañan, lo que era y ahora es, lo que quiso hacer y puede ahora. No perder las ganas de vivir, de cambiar. Una buena lección para los chicos. Un abrazo
ResponderEliminarHola, David.
ResponderEliminarMe ha parecido genial este doble juego que has hecho con los niños asustados y los animales, como si se tratara de dos cuentos, pero que forman un todo. El mensaje: "persigue tus sueños" muy bien representado en Luna que no quiere ser lo que en principio parece y, si afinamos más, el tipo de insecto no parece casual (igual me he pasado).
He visto un par de qués que llevan tilde por ser función interrogativa.
Estupendo relato que seguro tiene recompensa.
Un saludo.
Un relato notable el que nos presentas con esa singular dualidad espacio temporal, fantasía y realidad, humanos y animales. Sin duda, la maestra tuvo una buena idea contándoles un cuento tan poético, con unos personajes entrañables, a destacar el contraste entre el gusano y la mariposa, la tierra y el cielo. Una bella historia, muy bien narrada, con una moraleja lírica y potente. Suerte en El Tintero. Un abrazo, David.
ResponderEliminar¡Qué bonito, David! En medio del caos, encontrar un mensaje de belleza y esperanza, que sostenga la dignidad y las ilusiones. Un abrazo. Suerte en El Tintero.
ResponderEliminarPor desgracia la guerra es algo que no hemos sabido desterrar de la faz del planeta, y quienes más la sufren son los niños. Bonita forma la de esa maestra para conseguir que los pequeños se evadan de la realidad, una moraleja que quienes sobrevivan a la guerra podrán aplicar en su vida futura. Un relato lleno de ternura y que consigue transmitir eso precisamente. Mucha suerte en el Tintero, David. Un abrazo.
ResponderEliminarLos sueños, esos elementos que deberían estar hechos de fortaleza mental, es fácil encaramarse a uno pero también dejarlo volar.
ResponderEliminarUna historia bonita y esperanzadora, y todo eso con la barbarie de fondo. Qué buena la profe, a mí también me ha aportado sosiego. Enhorabuena por el relato, David, mucha suerte y un abrazo.
Hola David, hermosa transformación!Un abrazo🐾
ResponderEliminarEs una lástima caer en la cuenta de que hay muchos «gusanos» que nos arrastran a su barro... al menos Luna se dio cuenta a tiempo y pudo salir. Me ha despertado una gran tristeza la realidad en la que viven esos niños, pero a la vez he sentido alivio de que esa magnífica profesora los ha sabido entretener a la vez que les ha dejado un mensaje de esperanza, es lo primero que hay que tener y lo último que hay que perder, como suele decirse. Diferente historia para este concurso, me ha gustado muchísimo. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, David. Esos dos mundos tan distintos...
ResponderEliminarEscrito con dulzura y mimo, cala dentro.
Enhorabuena y un abrazo
Una historia conmovedora y muy valiente de parte de la profesora.
ResponderEliminarAdemás de instarnos a seguir ese llamado del ser, y descubrir nuestra verdadera identidad, también nos deja ver que por muy dificiles que se pongan las cosas, siempre habrá una salida amorosa que nos mantendrá a salvo, aún nos encontremos en el peor lugar.
Dejar volar la imaginación por caminos de paz, es de seres nobles y muy grandes de espíritu.
Felicidades David por este relato tan especial. me hizo recordar la película "La vida es bella". Gratos días.
Saludos David, encantador tu relato, muy hermoso. Éxitos y bendiciones!
ResponderEliminarDos historias en una. Un relato precioso contra el conformismo. Mucha suerte en el Tintero. Un saludo.
ResponderEliminarBonita fábula enmarcada en un dura realidad. Gran acierto de la maestra mostrar la belleza de un cuento en contraste con el horror al otro lado de la ventana. Muy buen relato, David Saludos y suerte en el Tintero.
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