Esto
es una locura. Hace tres días que no para de nevar pero eso no ha sido problema
para echarme a los leones en plena tormenta. Todo está cubierto por un blanco
manto en el que apenas se aprecian por unos instantes las huellas que dejo a mi
paso, ya que la ventisca y los copos que caen de forma incesante, se encargan
de volver a taparlas. El frío azota mi rostro en los pocos milímetros cuadrados
que no he podido cubrir con el gorro y el pasamontañas. Tirito de frío, pero
avanzo decidido. Si pienso en que esto es un sinsentido, será peor. Si dudo, no
llegaré y, a pesar de que todavía no puedo verlo, sé que el objetivo de mi
misión está cada vez más cerca.
Me
parece vislumbrar unas luces parpadeantes unos metros por delante de mí y eso
me anima. Acelero el ritmo de mis pasos ignorando la humedad que comienza a
recorrer mis huesos. Cuanto antes lo consiga, antes volveré al calor, porque
volver a atrás es una opción que no se contempla. Las consecuencias serían
estremecedoras.
Alcanzo
la puerta de entrada sin ningún atisbo de duda y, al entrar, una bocanada de
aire cálido hace que, por un momento, mis gafas se empañen cegando mi visión
más allá de los entelados cristales. Me las quito un instante y respiro
profundamente en un intento vano de entrar en calor.
−Pero… ¿qué haces aquí?
Reconozco
la voz de Pedro. No sabía a quién me encontraría de guardia aquella noche, pero
agradecí que fuera alguien familiar.
−Dime que tienes helado de fresa.
Esta
vez una sonora carcajada se adelantó a su respuesta, inundando la tienda con su
estridente sonido.
−Mira en la nevera del fondo que
algo queda. Como Marta no tenga pronto a ese niño, te va a matar a golpe de
antojo.
Se agradece ese final amable,... pensé que se avecinaba la tragedia.
ResponderEliminar;-)
Esta vez no! Tragedia si no tuviesen helado... a saber dónde habría tenido que ir a buscarlo!!
EliminarUn abrazo
Ja ja. Esos de los antojos de embarazo siempre me ha parecido un poco de morro para conseguir los caprichos más variopintos. Será porque yo nunca tuve o me los procuraba yo misma y, por supuesto, nunca de madrugada y nevando.
ResponderEliminarUn beso.
A mí también me han parecido siempre un poco "rollo", pero por suerte o por desgracia, nunca los he sufrido.
EliminarUn beso
Jajajaja que ambiente de misterio tan genial! Todo se por un hijo, desde el principio 🐾
ResponderEliminarCreo que esta vez era más bien por callar a la madre de la criatura!!!
EliminarUn abrazo
¡Qué bueno! Has mezclado intriga con un final sorpresivo... ¡nos gusta!
ResponderEliminarMe alegro!!! Bienvenidos a Mi Embarcadero, podeis volver cuando querais, no hace falta avisar.
EliminarJajaja muy bueno el final, se agradece en estos momentos
ResponderEliminarPetonets
Si consigue el helado de fresa y robar alguna sonrisa, misión cumplida!!!
EliminarPetonets.