miércoles, 15 de abril de 2020

LA MISION



    

     Esto es una locura. Hace tres días que no para de nevar pero eso no ha sido problema para echarme a los leones en plena tormenta. Todo está cubierto por un blanco manto en el que apenas se aprecian por unos instantes las huellas que dejo a mi paso, ya que la ventisca y los copos que caen de forma incesante, se encargan de volver a taparlas. El frío azota mi rostro en los pocos milímetros cuadrados que no he podido cubrir con el gorro y el pasamontañas. Tirito de frío, pero avanzo decidido. Si pienso en que esto es un sinsentido, será peor. Si dudo, no llegaré y, a pesar de que todavía no puedo verlo, sé que el objetivo de mi misión está cada vez más cerca.




     Me parece vislumbrar unas luces parpadeantes unos metros por delante de mí y eso me anima. Acelero el ritmo de mis pasos ignorando la humedad que comienza a recorrer mis huesos. Cuanto antes lo consiga, antes volveré al calor, porque volver a atrás es una opción que no se contempla. Las consecuencias serían estremecedoras.




     Alcanzo la puerta de entrada sin ningún atisbo de duda y, al entrar, una bocanada de aire cálido hace que, por un momento, mis gafas se empañen cegando mi visión más allá de los entelados cristales. Me las quito un instante y respiro profundamente en un intento vano de entrar en calor.




−Pero… ¿qué haces aquí?




     Reconozco la voz de Pedro. No sabía a quién me encontraría de guardia aquella noche, pero agradecí que fuera alguien familiar.




−Dime que tienes helado de fresa.




     Esta vez una sonora carcajada se adelantó a su respuesta, inundando la tienda con su estridente sonido.



−Mira en la nevera del fondo que algo queda. Como Marta no tenga pronto a ese niño, te va a matar a golpe de antojo.


10 comentarios:

  1. Se agradece ese final amable,... pensé que se avecinaba la tragedia.
    ;-)

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    1. Esta vez no! Tragedia si no tuviesen helado... a saber dónde habría tenido que ir a buscarlo!!
      Un abrazo

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  2. Ja ja. Esos de los antojos de embarazo siempre me ha parecido un poco de morro para conseguir los caprichos más variopintos. Será porque yo nunca tuve o me los procuraba yo misma y, por supuesto, nunca de madrugada y nevando.
    Un beso.

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    1. A mí también me han parecido siempre un poco "rollo", pero por suerte o por desgracia, nunca los he sufrido.
      Un beso

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  3. Jajajaja que ambiente de misterio tan genial! Todo se por un hijo, desde el principio 🐾

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    1. Creo que esta vez era más bien por callar a la madre de la criatura!!!
      Un abrazo

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  4. ¡Qué bueno! Has mezclado intriga con un final sorpresivo... ¡nos gusta!

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    1. Me alegro!!! Bienvenidos a Mi Embarcadero, podeis volver cuando querais, no hace falta avisar.

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  5. Jajaja muy bueno el final, se agradece en estos momentos
    Petonets

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    1. Si consigue el helado de fresa y robar alguna sonrisa, misión cumplida!!!
      Petonets.

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