Eva siempre le había parecido una mujer
especial. Era la mejor amiga de su madre y no sabía si era por el halo de
misterio que le rodeaba o por su pelo rojo, pero Marta siempre había creído en
secreto que se trataba de una bruja. Vivía sola, en un viejo caserón del
interior de Galicia que solían visitar en verano. Ese año, apareció en la
puerta de casa de Marta el día de su décimo quinto cumpleaños.
Pasaron el día en el jardín hasta que el
Sol comenzó a ocultarse tras las montañas cercanas.
-Toma
–le dijo- Este bolígrafo llegó a mí a través de un kares egipcio. Son los
últimos descendientes de una estirpe de brujos, los más poderosos de los que se
han tenido noticias. No desperdicies la tinta que le queda, porque si deseas
algo con toda tu alma y lo escribes, se convertirá en realidad siempre que no
lo taches antes de que las letras se sequen.
Le dio las gracias de forma educada y
exageró lo emocionada que estaba con aquel bodrio de bolígrafo.
“Quiero una entrada para el concierto de Bruno
Mars” escribió entre risas al entrar en su habitación, consciente de que ni
quedaban entradas ni su madre le dejaría ir.
La tarde siguiente la pasó haciendo el
tonto y cotilleando con sus amigas. Les enseñó el regalo de “la bruja pirada” y
todas le dijeron que lo utilizase para conseguir una cita con Juan.
-¡Pide un
unicornio!- dijo Ana entre risas- Total, por pedir…
Escribió las dos cosas, pero al quedarse
sola, tachó el nombre de Juan y lo cambió por Pedro. Pedro era el capitán del
equipo de fútbol, hermano de Ana y alguien completamente fuera de su alcance.
Escribió y tachó otros deseos de forma compulsiva antes de dormir.
Le sorprendió que Pedro le pidiera que le
acompañase al cine. Cuando apareció en su puerta con un unicornio de peluche,
vio la mano de su hermana detrás, aunque él lo negó.
Al regresar a casa, una amiga le llamó nerviosa.
Su prima estaba enferma, así que le sobraba una entrada para el concierto de
Bruno. Corrió emocionada a decírselo a su madre pero su cara se transformó en
hielo para explicarle por enésima vez por qué no le dejaría ir a ese concierto.
Entró en su habitación con un sonoro portazo
y los ojos anegados.
OJALÁ TE
MUERAS
Escribió en letras mayúsculas y apretando
el bolígrafo contra el papel hasta casi perforarlo. Todavía no había terminado
la “S” cuando, consciente de lo que podía estar haciendo, comenzaba a
arrepentirse.
Su arrepentimiento se transformó en pánico
al intentar tachar la frase y comprobar que el bolígrafo había dejado de
funcionar.
Muy bueno, David. Una historia sencilla con gran carga de intriga. Muy buena escritura.
ResponderEliminarGracias Beba!!! A ver si lo que tenemos entre manos queda mejor ;)
Eliminar¡Tremendo final! Hay pensamientos que nunca deben ser escritos ni con bolígrafos normales y menos con los mágicos.
ResponderEliminarMuy bien desarrollada la historia, mostrando la inmadurez y el humor caprichoso de la adolescente.
Abrazos, David.
Gracias Mirella! Nunca es bueno tomar según que decisiones cuando se está enfadado...
EliminarUn abrazo
Hola David, me has dejado con el corazón en un puño... Un muy buen trabajo, has sabido ensamblar de maravilla los detalles y dar a ese final una redondez que no hace falta ni estar escrita. Ahora es Bruno Mars, pero antes nos hubiéramos conformado con montar en un simple carrusel de tiovivo 8;-).
ResponderEliminarUn saludo y un placer.
Yo por un viaje en tiovivo no, pero por una entrada para Héroes del Silencio...
EliminarUn abrazo
Genial, David. Como bien titulas, hay que tener mucho cuidado con lo que se pide porque a veces se concede. Y hay que tener mucho cuidado con las cosas de las que nos burlamos porque a veces la burla se nos devuelve.
ResponderEliminarUn beso.
Hay poderes ocultos que nunca conoceremos... O tal vez todo es casualidad, pero el disgusto ya se lo lleva!
EliminarUn beso
Oh! Qué tremendo! Muy impactante ese final. Un relato genial, David.
ResponderEliminarGracias Marta!!!
EliminarMagnífico relato, David. todo casa y encaja para un final presentido, pero que nadie se atreverá a dejar por escrito, a riesgo que se seque la tinta o se cuelgue el ordenador. Gracias
ResponderEliminarSiempre me ha gustado usar lápiz, por lo que pueda pasar... jajajajaja
EliminarGracias a ti por pasarte por mi embarcadero.
¡Espeluznante! ¡No dejas de sorprenderme!
ResponderEliminarMe transportaste un poco a los cuentos de terror de Andersen.
Un estupendo relato, David.
Abrazos.
Creo que eres más de sinfónicas que de Bruno, pero aún así, cuidado con lo que deseas!! Me alegro que te haya gustado y gracias ;)
EliminarUn abrazo
Qué final, David.
ResponderEliminarUno tiene que tener cuidado con lo que desea, más si este va de la mano de la rabia y la ceguera.
Genial desarrollo, la verdad que uno al leerte lo visualiza bajo la mirada de la adolescencia.
Un beso.
Cierto!!! Nunca ha sido bueno tomas decisiones cuando se está enfadado. Se dicen y se hacen cosas de las que luego podemos arrepentirnos.
EliminarGracias por la visita.
Besitos.
¡Qué bueno, David! Si ya el objeto es fantástico y de una utilidad evidente, el giro final es de un auténtico episodio de aquella serie de la Dimensión Desconocida. Que se acabe en ese punto la tinta... puah, ¡brutal! Muy bien construido todos los detalles se anuncian y finalizan de la peor manera, ¡la más impactante! Muy buen micro y reto superadísimo! Un abrazo
ResponderEliminar¡Qué efusividad! Si de verdad te ha impactado tanto como dices, me siento más que satisfecho. El límite de palabras me cortó un poco, pero desee que saliese bien y lo escribí con mi boli en la cabecera de una hoja en blanco. A lo mejor tengo que vigilar lo que escribo con ese boli... Un abrazo
Eliminarque buena entrada llena de una substancia maravillosa de palabras
ResponderEliminarGracias!! :)
EliminarHola David.
ResponderEliminar¿Quién no ha deseado alguna vez que determinada persona "desaparezca" de su vida? Menos mal que no existen los bolis mágicos ¿o sí?
Un relato con voz femenina adolescente, creíble y conseguida.
Un saludo David. Hasta pronto.
Me alegro de que te parezca una voz creible! Sigo llevando dentro un adolescente, aunque no sea femenino.
EliminarTal vez todo fueron solo coincidencias, o tal vez...
Un abrazo
Excelente relato David,... y es que hay que tener cuidado con lo que se desea...
ResponderEliminarSobre todo si corremos el riesgo de que se cumpla!!
EliminarUn relato bastante descriptivo que cala bien en el lector.
ResponderEliminarMisterioso y caprichoso ese bolígrafo, mira que conceder deseos a fuerza de escribirlos no más, ya tiene algo de validez real, pero que se cumplan tan rápido, es más que magia. !Uhmm! asusta.
Pobre niña huerfana, ja, ja.
Muy buena la inventiva David.
¿No me dirás que nunca has soñado con un bolígrafo así? En principio para hacer el bien, por supuesto, pero en manos de alguien caprichoso...
EliminarGracias por tu visita
Bueno, qué bueno, un relato que te engancha. Cuando empieza a pedir deseos, uffff, lo que va a armar la chica pensé. Con esa locura adolescente vamos a ver hasta donde llega jeje. Qué ingenioso ese boli, pero no me lo quedo ni loca con lo que me gusta a mi tachar jajaja. Un abrazo David.
ResponderEliminarCon él tienes que tener muy claro lo que quieres! Tal vez quince años era demasiado poco vivido como para recibir un regalo así.
EliminarUn abrazo!
Siempre es mucho mejor conseguir las cosas por uno mismo que con la ayuda de amuletos de la suerte. Lo primero no suele fallar y lo segundo ya se ve, je,je. Todo lo aparentemente fácil encierra una trampa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cierto pero... a nadie le amarga un dulce! Es una tentación demasido grande.
EliminarUn abrazo.
Hola David,
ResponderEliminarSe debe tener mucho cuidado con lo que se pides, porque se puede hacer realidad. Especialmente cuando se le piden a estos artilugios mágicos. De repente sale cumpliendo el deseo, como le pasó a tu protagonista. !Me parece super genial tu relato!
Abrazo!
Tal vez no se cumpla, tal vez todo haya sido casualidad, pero la sensación que le quedó era muy real.
EliminarGracias por tu visita!!