Siempre
que en nuestro clan teníamos que tomar alguna decisión importante y no sabíamos
de qué forma afrontarla, acudíamos a Abuelo. Es evidente que no era el abuelo
de todos, pero era a la vez el ser más longevo e inteligente que conocíamos.
Recuerdo el primer día que lo vi. Paseaba con mi madre y pasamos cerca de él
por casualidad. Paramos a saludarle, casi de forma reverencial. Él apenas se
movió cuando fui presentado por mi madre, pero aquel gesto casi imperceptible
fue suficiente para transmitirnos su alegría por conocer al recién llegado.
La
calma que le había dado el paso de los años le hacía el juez perfecto:
escuchaba, analizaba y daba consejos. No eran sentencias, tan solo eran
consejos que dejaban contentos a todos los solicitantes.
Todo
cambió cuando ellos llegaron. No supimos cómo reaccionar y acudimos a él
esperando una solución a lo que se nos antojaba una catástrofe. Reflexionó
durante largo tiempo y la resignación y el cansancio tiñeron las palabras que, como en un susurro, nos llegaron arrastradas por la brisa.
Si
llueve, que llueva…
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Me
alejo de él volando mientras veo como aquellos seres que caminan erguidos lo
derriban con sus máquinas infernales mientras su frase resuena en mi cabeza. La
última que nos dijo. La única con la que nunca estaré de acuerdo.
Qué relato tan precioso, David. Como supongo que pretendías, no he sabido que hablabas de un árbol hasta el final. Igualmente su sabiduría, si se hubiese tratado de una persona anciana, es de respetar y tener en consideración. Supongo que al final estaba demasiado cansado como para tomar una actitud diferente a la resignación, y entiendo la decepción del joven pájaro.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho también la reflexión que haces sobre el respeto a los mayores.
¡Un abrazo!
Tenemos mucho que aprender de la Naturaleza, por mucho que sigamos obsesionados en mirar para otro lado. A veces la lucha es dura, aunque necesaria.
EliminarUn abrazo
Creo que cualquiera que lea tu relato esta frase le va a resonar durante un tiempo. Qué pena, David. Sentir que la resignación gana la batalla de esa manera. Me ha pasado como a Julia, no he sabido de que hablabas hasta el final.
ResponderEliminarUn beso.
Pues sí, pero poco tiene que ver con la realidad. La Naturaleza no se resigna, ha comenzado su guerra y el ser humano no se da cuenta que está en el bando equivocado. Espero que no acabemos resignándonos sino haciendo algo para ponernos de su lado.
EliminarGracias por la visita.
Un beso.