Es un lugar mágico. Un pequeño
embarcadero de madera se adentra en el lago como si de un puente inacabado se
tratase. No es perfecto, algunos tablones, castigados por los años y la
humedad, advierten con su aspecto que cualquier sobrepeso puede terminar con
alguien en el fondo de la laguna. Sólo los grandes troncos que mantienen la
estructura sobre el agua dan sensación de estabilidad. Sin embargo es imposible
verlo y no querer caminar por él hasta sentarse en el borde a ver atardecer.
Los últimos
rayos del Sol arrancan reflejos de unas aguas calmadas y un innumerable abanico
de tonalidades marrones y amarillas cubren los bosques que rodean el pequeño
lago. Las sombras del ocaso se alargan sobre la superficie cristalina mientras,
a lo lejos, un grupo de patos alza el vuelo y se eleva hacia el cielo.
Cuando tengo un mal día, me
traslado allí al llegar a casa. Me tumbo en el colchón poniendo la almohada a
los pies y pienso que estoy en ese precioso lugar representado en el cuadro que
adorna la pared que hay tras la cabecera de mi cama.
Es bonito admirar una foto donde el lugar te trae recuerdos. Un abrazo
ResponderEliminar