viernes, 12 de agosto de 2016

PILOTO 8


Despertó sin saber exactamente donde se encontraba, pero un momento después reconoció el techo de su habitación. Notaba en la boca un sabor amargo, estómago parecía una hormigonera y algo dentro de su cabeza no paraba de golpearle las sienes una y otra vez. Estaba tirado sobre la cama completamente desnudo, pero la ropa que normalmente dejaba colocada sobre la silla, se podía ver amontanada en el suelo. Unos finos rayos de luz se colaban por los agujeros de la persiana, pero la ventana se encontraba cerrada y el aire acondicionado conectado.


-¡Vaya castaña!, menos mal que dejé el aire en marcha antes de irme. Que desastre, menos mal que aquí era donde iba a empezar a sentar la cabeza.

Buscó a tientas la botella de agua que solía dejar junto a la cama y le dio un par de sorbos cortos. A pesar de estar sediento, tenía miedo de que el estómago comenzase a centrifugar el agua y le provocara vómitos, sin embargo y a pesar de no estar fresca, los traguitos parecieron sentarle bien. Se volvió a estirar en la cama. La noche había sido realmente dura, la cena del equipo una al último día de fiestas, había provocado un estado de comunión entre la plantilla y la afición. Un gran número de personas se habían dirigido a él para felicitarle por el gol y animarle a que siguiese trabajando como en el partido de ayer, pero apenas podía recordar dos o tres nombres. Tenía lagunas en su mente, aunque recordaba con claridad que el míster les había dado dos días de fiesta (menos mal, porque hoy no habría podido entrenar a buen ritmo), la sonrisa de una sensual pelirroja tras la barra del 32 y que después de una larga charla y un buen número de chupitos, acompañó a Ana a la puerta de su casa y se despidió de ella con un tórrido beso. Cualquier otro día habría intentado algo más, pero no estaba en condiciones de llegar más allá en su juego de seducción, de hecho, al doblar la siguiente esquina vomitó entre los arbustos de un parque.


Miró la hora en el móvil: la una y media.


-Parece que aguanto bien el agua. Descansaré otro poco y comeré algo antes de seguir durmiendo –se dijo en voz alta-Si luego me levanto en condiciones trotaré un rato antes de cenar.


Volvió a coger el agua, sacó un ibuprofeno de la mesita de noche y se lo tomó con un largo trago. Puso el despertador a las dos y media, se dio media vuelta en la cama y cerró los ojos respirando profundamente.



No hay comentarios:

Publicar un comentario