Era el
típico día de Agosto en el sur de España. David caminaba camino de “El Tuerto”,
un bar que había justo en el centro de la localidad, disfrutando del sol de la
mañana y del aire de la montaña. El pueblo era pequeño, pero al estar formado
exclusivamente por casas, ocupaba más terreno que si existiesen bloques de
pisos. Además, la distribución de estas en cinco barrios un poco separados, y
los rodeos que había que dar para cruzar los puentes, hacía que su extensión
pareciese mayor de la que realmente era.
Se paró
sobre el puente del Molino. Era uno de los cuatro puentes que había en el
pueblo, y a pesar de ser bastante estrecho, podían circular vehículos, aunque
no tenía suficiente anchura como para que se cruzasen dos coches. Bajo el
puente, una pequeña presa situada unos cincuenta metros río abajo, daba origen
a un embalse de tamaño considerable que la gente de los alrededores aprovechaba
para bañarse en el Aguascebas, un pequeño afluente de se juntaba con el
Guadalquivir unos trescientos metros más abajo.
A un lado
del río, una pequeña playa artificial situada entre la orilla y una pared que
hacía de contrafuerte en un acantilado, hacía las delicias de niños y no tan
niños que corrían por la arena o se tumbaban a tomar el sol. Al otro lado, un
paseo situado unos tres metros sobre el nivel del agua y separado de esta por
una franja de verde césped, recorría la orilla al igual que lo hacen los paseos
marítimos en las grandes ciudades. Sendos parques infantiles situados al
principio y al final del peculiar paseo, daban a la zona un aspecto ideal para
pasar el día en familia.
Al mirar
hacia atrás vio a un chico con camisa blanca y pantalón negro caminando
apesadumbrado en su dirección. No era muy alto, y a pesar de no estar
excesivamente musculado se apreciaba que estaba bastante fibrado. Lo reconoció
en seguida, era uno de los chavales del equipo, no recordaba su nombre (siempre
tenía ese problema al cambiar de club) pero estaba seguro porque era uno de los
más folloneros en el vestuario.
-¿Tocas
en la banda?-le preguntó David cuando lo tuvo lo suficientemente cerca para que
le escuchase.
-Sí
señor. La corneta. Desde que tenía nueve años y hasta que el cuerpo me lo
permita –tenía aspecto de estar muy cansado- Estoy reventado, espero que acaben
pronto las fiestas.
-¡Tampoco
es para tanto! Los del pueblo sois muy blandos.
-Debe de
ser eso, pero me gustaría verte en mi lugar: me acuesto un rato a eso de las
cinco de la tarde, me levanto a las siete, y después entre la pretemporada, las
fiesta y la banda, no puedo volver a dormir hasta la tarde del día siguiente.
Encima hoy debutamos, menos mal que ya sólo queda un día para volver a la
rutina.
En el
fondo. A Miguel no le gustaba nada la rutina: despertador a las cinco de la
mañana, ducha, café y al campo. Ahora estaban limpiando el olivar para
facilitar la recogida cuando llegase el momento, pero entre eso, hacer suelos,
sulfatarlas, recogerlas, etc.. tenía trabajo en el campo para todo el año. A
las doce y media vuelta al pueblo, una cervecita en el bar hasta la hora de
comer y después de una horita de siesta, a estudiar. No era buen estudiante,
pero quería acabar el módulo de automoción que tenía a medias, no quería
depender sólo del campo y esperaba, con el tiempo, montar su propio taller.
Volvía al pueblo con el tiempo justo de entrenar, cenar y volver a coger la
cama.
-La gente
está muy preocupada con el partido de hoy ¿no? Por cierto, perdona pero no me
acuerdo de tu nombre.
-¡Tanto
cambio de equipo te va a dejar como Doris! Soy Miguel, y la gente no está
preocupada por este partido, está ilusionada con el equipo y la nueva
categoría. La gente del pueblo disfruta viendo a sus vecinos jugar bien al
fútbol, y cuando no lo hacemos bien, disfrutan viendo como lo intentamos sin
rendirnos. Lo tuyo es una excepción, nunca había venido alguien de tan lejos a
formar parte de nuestra plantilla –le guiñó un ojo mientras decía- Sin duda
tendrás que proporcionarnos el salto de calidad que necesitamos.
-No te
creas Miguel, no soy lo que era. Estoy muy castigado.
-No te
preocupes, alguien con tu experiencia tiene mucho que enseñar y aportar a un
equipo de gente joven. Y verás como al final te sorprendes y demuestras que te
quedan muchos minutos que disfrutar jugando.
Le dio
una palmadita en la espalda y pareció recuperar la energía de la que hacía dos
minutos estaba tan falto. Se giró para decirle:
-¡No te
quedes ahí parado! Estamos convocados a las siete, a las cinco deberíamos estar
echando una siestecita para descansar, así que nos quedan tres horitas y media
para echar una buena liga. Vente de bares, a ver a quien nos encontramos por
ahí.
Esta era
una de las costumbres del pueblo a la que más rápidamente se había adaptado. La
cervecita del mediodía era obligatoria, pero sentarse en los bares a tomar
cerveza los fines de semana era de las pocas cosas que se podían hacer en el
pueblo, así que se había convertido prácticamente en una tradición. No era
extraño ver a la misma mesa a chavales de 17 años jugando al domino o
discutiendo sobre quien iba a ganar la liga con abuelos de más de 70. En el
tiempo que transcurría desde que acababa la misa de las doce, hasta las tres y
medía, la gran mayoría de la población de Mogón se concentraba en sus bares. La
sana costumbre de poner una tapita con cada cerveza que se tomaba, ayudaba a
los clientes a seguir consumiendo, y los más jóvenes, salían derechitos a
tumbarse a dormir la siesta después de completar la serie de cervezas y tapas.
Con un café y un par de copas. Tomando la segunda tapa, David hablaba con el
hermano de Miguel sobre lo curioso de la diferencia entre los bares de España.
Comentaba como según la zona, se estilaba más el barril que la botella, al
botellín se le llamaba quinto, o a lo que era una mediana en Cataluña, pasaba a
denominarse tercio en el resto del país.
-Aquí les
llamamos “mochas”-dijo Dani- Aunque a lo de tercio también estamos bastante
acostumbrados.
Comenzaban
a debatir sobre porque a los habitantes de una zona siempre les gusta más la
cerveza más extendida en su comarca (David siempre había defendido que eso era
como todo, a lo que te acostumbras desde pequeño) cuando Miguel les metió
prisa.
-Vamos al
bar del Víctor, que seguro que los de la peña están allí.
Salían
del “Molino Viejo”, uno de los bares con más solera del pueblo, bien situado
junto al puente en el que se habían encontrado David y Miguel, debía su nombre
a que durante los años de la guerra civil, allí tenía su ubicación el único
molino de la comarca. Sin embargo, y a pesar de tener muchos parroquianos
asiduos, la gente joven del pueblo sólo estaba allí de paso, preferían el
Tuerto, el bar de Víctor o en su mayoría, el “32”.
El bar de
Víctor estaba situado en los bajos de la casa de su dueño, que por supuesto, se
llamaba Víctor. Era la primera vez que David entraba allí, y le llamaron la
atención tres cosas de sobremanera:
El sonido ambiente
era bastante más alto, la gente joven reía con intensidad, algunos incluso
cantaban, así que para hacerte oír tenías que elevar el tono de voz. La segunda
que le llamó la atención (muy gratamente, todo hay que decirlo) fue el sabor y
la generosidad de sus tapas. Mientras observaba los dos huevos de codorniz
fritos que descansaban en un lecho de bacon y una rodraja de tomate, todo
colocado en una rebanada de pan tostado, decidió que saldría de allí comido y
listo para dormir. En la barra nunca faltaban platillos con aceitunas.
-Tenemos que aprovechar ahora que hay
turistas para enseñarles lo mejor de nuestra tierra-solía decir Víctor.
Pero sin duda, lo que centró en interés
de David fueron las curvas de Ana, la hija de Víctor, que no paraba de salir de
la cocina cargada de tapas. Aunque en su cara se notaban los estragos de las
fiestas, no perdía su buen humor, y en su cara se dibujaba una sonrisa preciosa
en todo momento.
Salieron de allí cantando,
aproximadamente a las tres, y se encaminaron hacia el Tuerto. Era un pequeño
bar situado junto a la iglesia, justo antes de un precioso puente colgante de
tablas que cruzaba el Guadalquivir, y en el que los días de “liga recia” (así
llamaban a los días en que las tres o cuatro cervecitas se convertían en una
docena) la cantidad de gente concentrada
te obligaba a estar permanentemente de pie, en ocasiones incluso tenías que
salir fuera del bar. Se sorprendió al ver al míster apoyado en la barra con el
Pelijas, sobre todo al apreciar que varios miembros más del equipo se
encontraban en el local. Les saludo levantando la mano y fué a situarse en la
otra esquina de la barra (aunque realmente sólo se encontraba a unos pocos
metros de ellos). No había hablado demasiado con el cuerpo técnico, pero tenía
que reconocer que era un grupo peculiar y que le habían acogido como a uno más
de la plantilla desde el primer momento.
La cosa se fue animando durante la
siguiente hora, pero en un momento dado, se escuchó al preparador físico decir:
-Señores, vale de momento. Todos a
descansar un rato y esta noche, más.
Se escuchó alguna queja, sobretodo de
los más jóvenes, pero todos accedieron sin dudarlo, algo que David agradeció
porque empezaba a notarse algo mareadillo.
Al salir a la calle el sol calentaba
con fuerza, rondarían los cuarenta grados. Comenzó a caminar por un asfalto que
en ocasiones se mostraba incluso pegajoso pensando en el camino que le quedaba
por delante y en la habitación con aire acondicionado que le esperaba al final
(gran invento, como lo agradecería cuando se tumbase en la cama). Su mente se
trasladó por un instante al bar de Víctor y las curvas de Ana volvieron a su
memoria. Le recordaba vagamente a una prostituta que conoció en un bar de
carretera cercano a Logroño, cuando comenzaba su declive futbolístico, pero
tuvo que reconocer que la mogonera tenía una de las caras más bonitas que había
visto en su vida. Le había gustado esa chica, la verdad es que el pueblo tenía
cada vez mejor pinta.
Llegó al hostal y subió directamente a
su habitación. Podía descansar dos horitas antes de la convocatoria, y aunque
sabía que esa tarde apenas iba a jugar, reconoció que le iban a venir muy bien.
Puso la alarma del teléfono móvil, y se echó a dormir.
Bigotes!! Bravo, que faceta más bonita la tuya! Te felicito, me ha entretenido mucho!
ResponderEliminarSalut company!!!
Bigotes!! Bravo, que faceta más bonita la tuya! Te felicito, me ha entretenido mucho!
ResponderEliminarSalut company!!!
Me alegro porterito!!! Un abrazo crack
EliminarMe alegro porterito!!! Un abrazo crack
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