domingo, 25 de junio de 2017

Escena del crimen



     La tormenta arreciaba complicando los accesos que llevaban a aquella casa de las afueras.

     El subinspector Cazorla observaba la escena del crimen con ojos expertos. La joven yacía en el suelo del salón sobre un enorme charco de sangre que hacía poco había dejado de brotar de su cuerpo inerte. Presentaba cortes en las manos, sin duda había intentado defenderse pero su esfuerzo no pudo contener la ira del agresor que se cebó con ella.

     Sandra apenas contaría con veinticinco años cuando la conoció. No tardó en darse cuenta de que era una chica especial y la enorme tensión sexual que surgió entre ellos en seguida dio paso a un tórrido romance. Su novio pasaba largas temporadas fuera de casa y cuando se encontraba en la ciudad, prefería pasar tiempo con sus amigos que disfrutar de la compañía de su pareja. El subinspector, recién salido de una dura ruptura, encontró en sus brazos todo lo que necesitaba para seguir adelante.

     Pasó por el resto de estancias para revisar toda la casa. La habitación, en las que tantas noches se había dejado llevar por la pasión, estaba desordenada, como siempre. La cama sin hacer y ropa por todas partes, pero nada fuera de lo normal dentro de la desorganización habitual que imperaba en la vida de Sandra. El cuarto de baño, lleno de botes abiertos, se notaba que había sido limpiado hacía poco. Nada llamaba la atención salvo un predictor teñido de rosa que descansaba en el lavamanos.

     Recordaba perfectamente la conversación que habían tenido el día anterior. Le dijo que estaba embarazada y que tenían que poner fin a su relación. Según ella, ese niño le daría la estabilidad que necesitaba. Su novio, ilusionado, ya había hablado en su empresa para que le limitasen los viajes de trabajo para poder pasar más tiempo con su familia y dedicarles todas las atenciones que se merecían. Estaba seria, pero se le notaba convencida de lo que decía y feliz por el giro que había dado su vida.

     Volvió a observar la estancia en la que se había cometido el asesinato buscando alguna pista que pudiera señalar al autor del crimen y tan solo vio el cuchillo que continuaba clavado en el pecho de la chica. Lo cogió y se dispuso a caminar bajo la tormenta el centenar de metros que le separaban de su casa. Nadie vería como la lluvia limpiaba sus manos ensangrentadas…

10 comentarios:

  1. Qué buen relato David, me ha encantado.
    Con este giro, logras un final sorprendente, ¿quién no confiaría en la ley?
    Es más, te adentras tanto en la historia que esperas que el culpable sea otro.
    Te felicito.
    Un abrazo.

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  2. Sorprendente relato con un giro final alucinante.
    Me ha gustado mucho, David.
    Un abrazo.

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    1. Gracias Ziortza!! Los buenos no siempre son los buenos...

      Un abrazo

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  3. Un estupendo relato, David. ¿Quién le iba a decir a Sandra que su embarazo iba a ser su sentencia de muerte? Saludos!

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    1. Pues sí. Una nueva vida provocó la perdida de la suya!

      Un abrzo.

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  4. Buen giro final, David. Me gusta tu forma de contar mucho en tan poco espacio.
    Un saludo.

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  5. Sorprende final con una buena narración que nos envuelve en la historia.

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