Alex
siempre había sido un chico impulsivo pero, hay que reconocer, que aquel día
superó todo lo hecho hasta entonces.
Eran
las siete de la mañana cuando subió al tren que tenía que transportarle a
Barcelona. Llevaba un tiempo trabajando en un estudio de arquitectura cerca de
Paseo de Gracia, por lo que no tenía que hacer transbordos ni utilizar el
metro. A pesar de estar bastante concurrido a esa hora, no le fue difícil
encontrar donde acomodarse. Se sentó en uno de los asientos del fondo del vagón
situado junto al pasillo, mirando en la misma dirección que el maquinista, bajó
ligeramente el volumen del hip-hop que sonaba en sus auriculares y se dispuso a
dormitar durante las siete estaciones que duraba el trayecto. Le encantaba esa
sensación en la que el sueño te envuelve sin llegar a vencerte y aunque hay
veces que incluso llegas a soñar, nunca dejas de ser consciente de lo que pasa
a tu alrededor.
Un
súbito traqueteo le sacó de su estado de semi-inconsciencia y sin saber muy
bien por qué, sus ojos se fijaron en unas sandalias azules que aparecían detrás
de un asiento cuatro filas delante de la suya. Eran unas simples tiras de tela
y cuero que rodeaban el tobillo de unas piernas que apenas apreciaba desde su posición.
Tenía las uñas pintadas de rosa clarito y tres pequeñas mariposas tatuadas parecían
elevarse por esa piel tostada por los primeros rayos de sol del verano. Dependiendo del movimiento del vagón, un par de
mechones negros aparecían por el lateral del asiento, suficiente para la
imaginación de Alex que enseguida empezó a divagar.
Sin duda,
era la mujer de su vida. Se imaginó recorriendo esas piernas como una mariposa
más. Acariciando sus caderas, su cintura. Le puso cara. Se vio mirando de
frente esos labios de ensueño y esos ojos verdes que llevaba años buscando. Sin
duda era ella, la mujer con la que discutiría y se reconciliaría, con la que
tendría tres hijos, un perro y una pequeña casita en las afueras. Al lado de
quien se haría mayor paseando de la mano a la orilla de la playa.
Una llamada
le sacó de su trance cuando el tren entraba en Barcelona-Sants. Era un
comercial de una compañía telefónica, así que despachó rápido a su interlocutor
y se dispuso a seguir observando a su futura chica.
Ya no
estaba. En el asiento que ocupaba hacía escasos segundo, se sentaba un señor de pelo blanco que se disponía a leer el diario. El tren comenzó a avanzar y por la ventanilla vio unas sandalias azules
que se alejaban del anden ascendiendo por las escaleras mecánicas. Alex notó como se le aceleraba el corazón al levantarse bruscamente. Con un gesto veloz accionó el freno de emergencia
y salió corriendo en busca de su destino.
Buen relato, David. ¿Quién no se ha quedado embelesado con algún desconocido en el metro? Esos breves instantes en los que la miras y piensas ¿qué hubiera pasado si...? Saludos!
ResponderEliminarOdio el ¿qué hubiera pasado si...? pero es parte de mi vida!
EliminarUn saludo!
Y es que uno no tiene que dejar pasar el tren por la estación,... bueno en este caso uno debe bajar en la estación que el destino le marca. Estupendo relato David!
ResponderEliminarGracias!!!!
Eliminar¡Qué bonito!
ResponderEliminarSi el destino se cruza en tu camino, a por él tienes que ir.
Ahora solo quedará saber qué opina la chica, ;)
Muy buen relato.
Un abrazo.
¿Una segunda parte? Ummmm
EliminarGracias Irene!!
Un abrazo
Precioso. En este caso no hay que coger el último tren, hay que pararlo para ir en busca de lo deseado. Un final perfecto para un bonito relato.
ResponderEliminarUn abrazo David.
Gracias Ziortza!!!
Eliminar¡¡Ooooooh!! ¡¡Qué cuquiiiiiis!! *-*
ResponderEliminar¡¡Con lo Fan que soy Yo de las Historias en Trenes, Buses y Metros!! Personalmente, esos Lugares suelen inspirarme mogollón... No sé... Tienen como una Magia Muy Especial y se siente a las Musas revolotear en cada Rostro que se cruza contigo.
¡¡Me ha encantado!! ¡¡Muy mucho!! ¡¡Es Súper Tierno!! ¡¡Y Alex todo un Valiente!!
¡¡Besitines Enormes!! *-*
Gracias Campanilla!!! Si te gustan las historias de trenes no dejes de leer "El tren de las 7.10", como verás, a mi también me inspiran!
EliminarUn abrazo
Bonito relato que nos deja con la intriga de saber más, una segunda parte David. Un abrazo
ResponderEliminarMe estoy planteando lo de la segunda parte!!! Gracias Maria del Carmen.
EliminarPrecioso relato, David, con un final abierto a infinitas posibilidades para nuestro protagonista. Espero que le vaya bien.
ResponderEliminarUn saludo, amigo.
Por lo menos no se quedará con la duda de que habría pasado si...
EliminarGracias y un saludo.
Final para mí feliz, porque lo puedo decidir yo. ¡Gracias por la historia David!
ResponderEliminarSi tu lo decides, está bien decidido.
ResponderEliminarGracias!