domingo, 13 de noviembre de 2016

PILOTO 21




     Llegó al vestuario diez minutos antes de la hora fijada, pero aún sí, fue el último jugador en entrar. La mayoría habían comenzado a cambiarse y los que se tenían que vendar los tobillos o pasar por las manos del fisioterapeuta, ya estaban preparados con el pantalón de la equipación y la camiseta de calentamiento.  Sobre la única pared libre, una pizarra mostraba el once titular así como su disposición en el terreno de juego. A su lado, un buen número de folios informaba de la posición de cada jugador en las jugadas de estrategia tanto ofensivas como defensivas. El olor de la crema de masaje inundaba un vestuario en el que el ambiente distendido y las risas comenzaron a desaparecer en el momento que el míster les dijo que en cinco minutos empezaban la charla. David notó que la tensión se adueñaba de las caras de sus compañeros. Comprobó que sus botas eran las adecuadas y se fue desvistiendo poco a poco. Por lo menos, parecía que las lluvia les permitiría una tregua.



     La charla fue breve. Pelijas recordó lo expuesto en la pizarra y las jugadas de estrategia. Después fue comentando jugador por jugador y línea por línea lo que esperaba de cada uno de ellos. Saques en corto de Álvaro, balón jugado desde la defensa, movilidad de los tres centrocampistas y amplitud de campo. Siempre daba importancia a presionar arriba de forma ordenada, imprimir velocidad a la circulación de balón y terminar todas las jugadas en el área rival. Después hizo un breve comentario sobre los puntos fuertes y las debilidades del equipo contrario antes de animarles y mandarles a calentar.


     Estaba atándose las botas cuando la voz del míster le hizo levantar la cabeza.

     -¿Cómo estás? –Pelijas removía un vaso de café y se sentó en uno de los bancos del vestuario, justo frente al lugar en el que David se estaba uniformando.

     -¡He tenido mejores momentos! La verdad es que esta semana no me ha molestado, pero para jugar no estoy.

     -Ya lo sé. La idea, si trabajas bien, es que debutes de aquí a dos semanas. Pero para eso tienes que poner un poco más de tu parte.

     El catorce notó cierto tono irónico en las palabras del entrenador. Sabía que su rendimiento en los entrenamientos distaba mucho de ser el ideal, y no tenía duda de que el míster estaba al corriente del transcurrir de su vida fuera del vestuario.


     -Sé que preferirías estar en otro sitio. Desde luego, El Jamargal no se parece al Bernabeu, ni al Camp Nou, ni a ningún campo de los que pisabas hace años. Ni siquiera es parecido al fútbol de 2ªB o tercera al que te habías acostumbrado últimamente, pero deberías tener claro que sigues siendo un afortunado. Has podido vivir del fútbol hasta el día de hoy y son muy pocos los que pueden decir eso, pero tienes que dejar de mirar atrás de compadecerte de ti mismo. Ahora defiendes esta camiseta y vives en Mogón. La gente te quiere y el equipo te necesita como pocas veces te han necesitado. La opción de volver a disfrutar del fútbol está en tu mano, si de verdad amas este deporte, aprovéchala.



     Por el pasillo se escuchaban pasos de gente que se aproximaba corriendo. Sus compañeros ya habían terminado el calentamiento, y a falta de diez minutos para comenzar el partido, volvían para sustituir la sudadera por la camiseta verde aceituna. El capitán fue abrazando a todos los jugadores uno por uno mientras Pelijas y el Colorao daban las últimas instrucciones. No hubo tiempo para más, tras la llamada del trío arbitral, sólo se escucharon gritos de ánimo de los jugadores mientras se dirigían al terreno de juego. Unas mil personas daban color a las gradas del Jamargal. Desde los fondos llegaba el sonido de los bombos y tras dos pancartas, los seguidores más jóvenes se preparaban para animar los noventa minutos.


     -Parece que las peñas no fallan.


     Eran las mismas pancartas que le llamaron la atención en su primer partido con el Mogón C.F.: “Peña los trabubus” y “Frente botellín”. Delante del duendecillo de los trabubus, Mario pisaba un balón con el peto de recogepelotas puesto. Mientras se dirigía al banquillo pudo reconocer en la grada el pelo rojo de Marta, que bolígrafo en mano, se disponía a prepararse para tomar notas de lo que sucediese durante el partido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario