domingo, 20 de noviembre de 2016

PILOTO 22



     El partido comenzó como siempre, con un Mogón volcado e intentando tener el balón la mayor parte del tiempo. Su rival se limitaba a defenderse en su campo, pero la falta de imaginación de los locales en los metros finales provocaba que simplemente con una buena organización defensiva las embestidas de los verdes no llegasen a buen puerto. A medida que la primera parte avanzaba, el cansancio comenzaba a provocar falta de precisión en los pases, y dos balones perdidos en la medular, provocaron dos peligrosos contraataques que a punto estuvieron de costar muy caro. Sin embargo, a pesar de los sustos, el árbitro señaló el camino de los vestuarios cuando el marcador todavía señalaba el cero a cero inicial.

     Durante el descanso había comenzado a lloviznear, y al pitar el colegiado el inicio de la segunda mitad, una fuerte tormenta caía sobre el estadio. Sólo duró veinte minutos, pero fueron suficientes para dejar muy pesado el terreno de juego, lo que unido al cansancio acumulado por el desgaste de la primera parte, provocó que el Mogón fuese cediendo el balón y el control del partido de forma paulatina.

     -Chino, Jota y David, a calentar.

     Chino y Jota salieron disparados hacia la banda, pero David se quedó mirando a su entrenador. Cuando estaba a punto de recordarle su conversación de antes del partido, el Colorao se giró hacia él para apremiarle.

     -Espabila, que aunque no juegues, te vendrá bien trabajar un poco en la banda.

     Al salir del banquillo, una pequeña ovación que llegó desde la grada, le provocó un ligero cosquilleo. La gente recordaba el partido de ferias y le veía la principal baza para reflotar el equipo. El partido seguía intenso, y cuando las piernas flojeaban, desde el fondo de la portería visitante llegaban ánimos acompañados de un continuo golpe de tambor, que al igual que a los reos en galeras, invitaba a los jugadores a apretar los dientes y seguir trabajando. Llamaron al Chino, y verlo venir de frente, la tensión de sus ojos le hizo hablar.

     -Chino –le dijo cuando se cruzó con él- Te has pasado con el perfume: apestas a gol.

     Hacía mucho, un veterano se lo dijo antes de saltar al campo, y no sabía por qué, pero la frase había salido sola de su boca. El Chino se fue con una sonrisa en los labios, y cuando faltando siete minutos su lanzamiento entró pegado al palo, continuó la carrera hacia la banda y se tiró sobre el catorce. Antes de darse cuenta, se encontraba debajo de la montonera que el resto del equipo había formado sobre ellos. De ahí al final, unos eternos minutos de sufrimiento hasta que los tres silbidos decretaron el final del encuentro.


     Salió del campo cansado, más por la tensión que por el trabajo realizado, pero le gustaba la sensación. Habían quedado en el bar del presidente para tomar un par de quintos, y aunque se le había pasado por la cabeza ir a visitar a Jelena, decidió que seguir a los demás al 32 era la mejor opción. Al fin y al cabo, el Águila Negra no se iba a mover de allí, y la primera victoria del año, bien merecía una celebración.


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