-¿De
dónde eres Jelena?
Él todavía se encontraba desnudo,
tumbado en la cama pero con el aliento recuperado después de disfrutar del
cuerpo a cuerpo durante dos arduas batallas. La joven acababa de salir de la
ducha y se secaba a escasos metros de David, que se deleitaba admirando las
curvas que momentos antes habían sido suyas.
-Soy de Ucrania, pero hace tiempo que
vivo, o mejor dicho, sobrevivo, en España –su mirada pareció entristecerse-
Pero prefiero no hablar de mi pasado, es lo poco realmente mío que tengo.
-Es que soy un poco raro ¿sabes?
Después de hacerlo, normalmente tengo ganas de dormir, hablar o volver a
hacerlo –una sonrisa pícara iluminaba la cara de David- Y ahora mismo no tengo
sueño.
Jelena dejó caer la toalla, se llevó un
dedo a la boca y contestó de forma sugerente mientras se giraba y caminaba
lentamente hacia el cuarto de baño.
-Pues si tú no tienes sueño y yo no
tengo ganas de hablar…. Creo que voy a volver a la ducha. Tal vez allí
encuentres lo que te apetece.
Cuando David entró en el lavabo un
minuto después, la chica ya se encontraba al otro lado de la mampara y una fina
lluvia de agua volvía a rociar su cuerpo. No tardó en entrar con ella y
acercarse por detrás para atraerla hacia él cogiendo sus caderas. Un chorro de
gel surgió de la nada y los embadurnó a los dos provocando una sonrisa de en
sus caras. Los dos cuerpos se pegaron todavía más mientras las manos del
catorce no araban de resbalar por la piel de Jelena, acariciando cada poro,
insistiendo en cada pliegue. Ella se giró y sus labios se encontraron un breve
momento, justo antes de que pasasen a besar su cuello, su pecho, y terminar por
agacharse delante de él bajo el chorro de agua tibia que manaba de la ducha.
Notó sus manos acariciándole, su lengua recorriendo una parte de él que crecía
como si tuviera vida propia justo antes de que su boca lo abarcase todo. La larga
melena rubia, empapada, enmarcaba una mirada pícara que estaba clavada en sus
ojos, provocadora. Suspiró, resopló, y antes de darse cuenta, la chica estaba
moviéndose con la espalda contra la pared y las piernas rodeando su cintura.
Notando como con cada embestida, su cuerpo se tensaba un poco más, su espalda
se arqueaba un poco más, hasta que después de un grito todo volvió a la calma…..
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