Santi estaba preocupado con la marcha
del equipo. Llevaban dos meses de competición y sólo habían conseguido tres
empates en ocho encuentros. Él confiaba en el trabajo que se estaba haciendo:
los jugadores se vaciaban físicamente tanto en los entrenamientos como en los
partidos, hacían todos los movimientos tácticos como él indicaba y las jugadas de
estrategia las ejecutaban a la perfección. Sin embargo, todo eso no parecía
suficiente. Faltaba precisión en momentos puntuales, y cualquier pequeño
despiste, daba al traste con el trabajo realizado durante toda la semana. En
los momento claves del partido la experiencia, de la que otros equipos hacían
gala, brillaba por su ausencia en su once y por mucho que buscaba soluciones,
las alternativas que la plantilla le ofrecían no daban los resultados
esperados. Había estado hablando del tema con el Colorao y con Paco. Incluso se
habían planteado subir a algún juvenil para intentar contagiar su ilusión al
resto de la plantilla.
-No creo
que sea un problema de ilusión –admitió el míster a sus compañeros- Los
chavales lo dan todo igual que el primer día. Tal vez nosotros seamos los que
tenemos menos confianza a día de hoy, pero la plantilla está con ganas de sacar
un buen resultado.
-El único que puede aportar algo diferente
es David. ¿Le daremos minutos mañana?
-Su forma física es pésima. Trabaja a
medio gas y por los rumores que circulan por el pueblo, tampoco es que se cuide
mucho. Sin embargo es importante que se involucre en el proyecto. Tenemos que
conseguir que se vuelva a sentir jugador de fútbol.
Santi sabía que si el catorce no ponía
nada de su parte, ellos poco podían hacer. Estaba decidido a intentarlo todo,
así que aunque sabía que no lo iba a utilizar, haría que se vistiera de corto y
viviese el partido con el resto de sus compañeros. Tal vez la tensión que se
vive en el banquillo le despertara antiguas pasiones. Tenía la esperanza de que
el regreso de David dotaría al Mogón C:F: de ese plus de calidad y experiencia
que le faltaba para ser realmente competitivo. De todas formas, la opción de
hacerle disputar sus primeros minutos en liga no era buena ni para él ni para
el equipo.
-Si todo sigue igual, de aquí a dos
semanas lo haremos debutar. El próximo partido en casa.
-¿Cómo viste ayer al equipo?
Sebastián hablaba con su hija en todo
despreocupado. Sabía que los chavales estaban trabajando bien, pero temía que
si no llegaba pronto un resultado positivo, la confianza comenzase a
debilitarse, y entonces, sí que sería complicado levantar cabeza.
-Como siempre –dijo Marta desde el otro
lado de la barra- Contentos y con ganas, pero a Santi lo noté un poco alicaído
a primera hora. Cuando comenzaron a llegar jugadores se fue animando, ¡supongo
que el entusiasmo es contagioso!
Ella también estaba ilusionada. Su
proyecto seguía viento en popa, y en todos los bares se podían encontrar un par
de ejemplares de su edición semanal. Prácticamente todos ellos habían propuesto
a Marta la opción de incluir publicidad de sus locales, por lo que en breve,
podría aumentar tirada ya que los gastos los sufragarían los anunciantes. Su
idea era hacer llegar ejemplares las dos peluquerías y a las salas de espera
del ambulatorio y de la cooperativa de productores de aceite. Además, le habían
llamado de un periódico de Jaén. La oferta era más como colaboradora que como
trabajadora, pero le permitiría comenzar a establecer esos contactos que tanto
necesitaba. Era un periódico que ofrecía un amplio seguimiento de los equipos
deportivos de la provincia, y querían que les mandase una pequeño previo sobre
toda la jornada del grupo (se publicaría es sábado) y la crónica del partido
del C.F. Mogón. No pagaban mucho, pero el dinero era lo que menos le preocupaba
en ese momento: ver sus artículos publicados en un periódico de verdad era uno
de sus sueños desde que había aprendido a escribir. El único problema es que
difícilmente podría hacerlo sola, aunque si podía seguir contando con la ayuda
de David cuando ella no pudiera desplazarse con el equipo, la cosa resultaría
más sencilla. Le propondría trabajar juntos. Seguro que su ayuda le sería muy
útil para preparar las previas y analizar el resto de equipos, al fin y al
cabo, él vivía los partidos desde dentro del campo.
-Eso sí se recupera de una vez…
-¿Qué dices hija?
Había hecho el último comentario en voz
alta y su padre la miraba extrañado esperando una respuesta.
-Nada papá, cosas mías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario